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La Educación
Satanás deseaba hacer creer que este conocimiento del bien
mezclado con el mal sería una bendición, y que al prohibirles que
comieran del fruto del árbol Dios los privaba de un gran bien. Argüía
que Dios les había prohibido probarlo a causa de las maravillosas
propiedades que tenía para impartir sabiduría y poder, que de ese
modo trataba de impedir que alcanzaran un desarrollo más noble y
encontraran mayor felicidad. Declaró que él había comido del fruto
prohibido y que el resultado había sido la adquisición de la facultad
de hablar, y que si ellos también comían de ese árbol alcanzarían
una esfera más elevada de existencia, y entrarían en un campo más
vasto de conocimiento.
Aunque Satanás decía haber recibido mucho bien por haber
comido del fruto prohibido, ocultó el hecho de que a causa de la
transgresión había sido arrojado del cielo. Esa mentira estaba tan es-
condida bajo una apariencia de verdad, que Eva, infatuada, halagada
y hechizada, no se percató del engaño. Codició el fruto que Dios
había prohibido; desconfió de su sabiduría. Echó a un lado la fe, la
llave del conocimiento.
Cuando Eva vio que “el árbol era bueno para comer, y que era
agradable a los ojos, y deseable para alcanzar la sabiduría [...] tomó
de su fruto, y comió”. Era de sabor agradable, y a medida que comía,
le parecía sentir un poder vivificador y se imaginó que penetraba
en un estado superior de existencia. Una vez que hubo pecado, se
transformó en tentadora de su esposo “el cual comió así como ella
“Serán abiertos vuestros ojos”, había dicho el enemigo; “y se-
réis como Dios, conocedores del bien y el mal
Fueron abiertos
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ciertamente sus ojos, pero !cuán triste fue esa abertura! Todo lo que
ganaron los transgresores fue el conocimiento del mal, la maldición
del pecado. En la fruta no había nada venenoso y el pecado no con-
sistía meramente en ceder al apetito. La desconfianza en la bondad
de Dios, la falta de fe en su palabra, el rechazo de su autoridad,
fue lo que convirtió a nuestros primeros padres en transgresores, e
introdujo en el mundo el conocimiento del mal. Eso fue lo que abrió
la puerta a toda clase de mentiras y errores.
El hombre perdió todo porque prefirió oír al engañador en vez de
escuchar a Aquel que es la Verdad, el único que tiene entendimiento.
Al mezclarse el mal con el bien, su mente se volvió confusa, y se