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La educación de Israel
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toda su vida, eran ignorantes, incultos y degradados. Tenían poco
conocimiento de Dios y una débil fe en él. Estaban confundidos
por enseñanzas falsas y corrompidos por su largo contacto con el
paganismo. Dios deseaba elevarlos a un nivel moral más alto, y con
este propósito trató de inculcarles el conocimiento de sí mismo.
Mientras erraban por el desierto, en sus marchas de aquí para
allá, en su exposición al hambre, la sed y el cansancio, bajo la amena-
za de enemigos paganos, y en las manifestaciones de la Providencia
que trabajaba para librarlos, Dios, al revelarles el poder que actuaba
continuamente para bien de ellos, trataba de fortalecer su fe. Y des-
pués de enseñarlos a confiar en su amor y su poder, era su propósito
presentarles, en los preceptos de su ley, la norma de carácter que,
por medio de su gracia, deseaba que alcanzaran.
Durante su permanencia en el Sinaí, Israel recibió lecciones
preciosas. Fue un período de preparación especial para cuando here-
daran la tierra de Canaán. El ambiente allí era más favorable para
el cumplimiento del propósito de Dios. Sobre la cima del Sinaí,
haciendo sombra sobre la llanura donde estaban diseminadas las
tiendas del pueblo, descansaba la columna de nube que los había
guiado durante el viaje. De noche, una columna de fuego les daba la
seguridad de la protección divina y, mientras dormían, caía suave-
mente sobre el campamento el pan del cielo. Por todas partes, las
enormes montañas escarpadas hablaban, en su solemne grandeza,
de la paciencia y la majestad eternas. Se hizo sentir al hombre su
ignorancia y debilidad en presencia de Aquel que “pesó los montes
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con balanza y con pesas los collado
Allí, por la manifestación de
su gloria, Dios trató de impresionar a Israel con la santidad de su
carácter y de sus exigencias, y con la excesiva culpabilidad de la
desobediencia.
Pero el pueblo era tardo para aprender la lección. Acostumbrado
en Egipto a las representaciones materiales más degradantes de
la Deidad, era difícil que concibiera la existencia o el carácter del
Invisible. Compadecido de su debilidad, Dios le dio un símbolo de
su presencia. “Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de
ellos
En cuanto a la construcción del santuario como morada de Dios,
Moisés recibió instrucciones para hacerlo de acuerdo con el mo-
delo de las cosas que estaban en los cielos. El Señor lo llamó al