Biografías de grandes hombres
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inteligencia que el rey los consultó, los halló diez veces mejores que
todos los magos y astrólogos que había en todo su reino
Inconmovible en su lealtad a Dios y firme en el dominio propio,
la noble dignidad y la cortés deferencia de Daniel le permitieron
ganar en su juventud la “gracia y [...] buena voluntad” del funcionario
pagano a cuyo cargo estaba. Las mismas cualidades caracterizaron
toda su vida. En poco tiempo ascendió al puesto de primer ministro
del reino. Durante el reinado de monarcas sucesivos, y cuando cayó
la nación y se estableció un reino rival, su sabiduría y sus condiciones
de estadista fueron tales, tan perfectos su tacto, su cortesía, y la
bondad natural de su corazón, combinados con su fidelidad a los
buenos principios, que hasta sus enemigos se vieron obligados a
confesar que “no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era
fiel
Mientras Daniel se aferraba a Dios con confianza inquebranta-
ble, descendió sobre él el espíritu del poder profético. Mientras era
honrado por los hombres con las responsabilidades de la corte y los
secretos del reino, fue honrado por Dios como embajador suyo, y
aprendió a leer los misterios de los siglos futuros. Los monarcas
paganos, gracias a su relación con el representante del cielo, se vie-
ron obligados a reconocer al Dios de Daniel. “Ciertamente el Dios
vuestro—declaró Nabucodonosor—es Dios de dioses, y Señor de
los reyes, y el que revela los misterios”. Y Darío, en su proclama “a
todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en la tierra” en-
salzó al “Dios de Daniel”, como “el Dios viviente” que “permanece
por todos los siglos, y su reino no será jamás destruido”, que “salva
y libra [...] y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra
Hombres leales y honrados
Por su sabiduría y su justicia, por la pureza y la bondad de sus
vidas diarias, por su devoción a los intereses del pueblo, aunque
era idólatra, José y Daniel demostraron ser fieles a los principios
de la educación recibida en su niñez, fieles a Aquel de quien eran
representantes. Estos hombres fueron honrados por la nación entera
tanto en Egipto como en Babilonia. Un pueblo pagano y todas
las naciones con las cuales estaban relacionados, contemplaron en
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