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Biografías de grandes hombres
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necesario a mí y a los que están conmigo—dijo cuando se despedía
de los ancianos de Efeso—, estas manos me han servido
Al par que poseía altas dotes intelectuales, Pablo revelaba en
su vida el poder de una sabiduría aún más impresionante. Sus en-
señanzas, ejemplificadas por su vida, revelan principios de la más
profunda significación, que eran ignorados por los grandes intelectos
de su tiempo. Poseía la más elevada de todas las sabidurías que da
una pronta perspicacia y simpatía, que pone al hombre en contacto
con los hombres, y lo capacita para despertar la naturaleza mejor de
sus semejantes e inspirarlos a vivir una vida más elevada.
Escuchad las palabras que pronunció ante los paganos de Listra,
al indicarles a Dios revelado en la naturaleza como Fuente de todo
bien, que nos da “lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de
sustento y de alegría nuestros corazones
Vedle en la cárcel de Filipos donde, a pesar del dolor que abruma
su cuerpo, su canto de alabanza rasga el silencio de la noche. Des-
pués que el terremoto ha abierto las puertas de la cárcel, se vuelve a
oír su voz en palabras de aliento para el carcelero pagano: “No te
hagas ningún mal, pues todos estamos aquí
Todos habían perma-
necido en su sitio, contenidos por la presencia de un compañero de
prisión. Y el carcelero, convencido de la realidad de aquella fe que
sostenía a Pablo, se interesó por el camino de la salvación, y con
toda su casa se unió al perseguido grupo de discípulos de Cristo.
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El testimonio de Pablo
Ved a Pablo en Atenas, ante el concilio del Areópago, donde
hace frente a la ciencia con ciencia, a la lógica con lógica y a la
filosofía con filosofía. Notad cómo, con un tacto que emana del amor
divino, presenta a Jehová como “al Dios no conocido” a quien sus
oyentes han adorado ignorantemente, y citando palabras de un poeta
griego, lo describe como Padre del cual ellos son hijos. Escuchadlo
exponer, en esa época de castas sociales, cuando no se reconocían
en absoluto los derechos del hombre como hombre, la gran verdad
de la fraternidad humana, al declarar que Dios “de una sangre ha
hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la
faz de la tierra”. Luego muestra cómo, en todo el trato de Dios con
el hombre, se puede seguir, como hilo de oro, su propósito de gracia