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La Educación
allí un tiempo, y el resultado se manifiesta en acciones nobles; luego
falla su fe, se interrumpe la comunión con Dios, y se echa a perder
la obra de la vida. Pero la vida de Jesús era una vida de confianza
constante, sostenida por una comunión continua, y su servicio para
el cielo y la tierra fue sin fracaso ni vacilación.
Como hombre, suplicaba ante el trono de Dios, hasta que su hu-
manidad se cargaba de una corriente celestial que unía la humanidad
con la Divinidad. Recibía vida de Dios, y la impartía a los hombres.
“¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!
Esto
se habría aplicado a Cristo aun cuando hubiera enseñado únicamen-
te en cuanto a lo físico y lo intelectual o en materias de teoría y
especulación. Podría haber revelado misterios cuya comprensión ha
requerido siglos de trabajo y estudio. Podría haber hecho sugerencias
en ramos científicos que, hasta el fin del tiempo, hubieran propor-
cionado material para el pensamiento y estímulo a la inventiva. Pero
no lo hizo. Nada dijo para satisfacer la curiosidad o estimular la
ambición egoísta. No se ocupó de teorías abstractas, sino de lo que
es indispensable para el desarrollo del carácter; de lo que amplía la
aptitud del hombre para conocer a Dios y aumenta su poder para
hacer el bien. Habló de las verdades que se refieren a la conducta de
la vida, y que unen al hombre con la eternidad.
En vez de guiar al pueblo a estudiar las teorías humanas en
cuanto a Dios, a su Palabra, o a sus obras, le enseñó a contemplarlo
según se manifiesta en sus obras, en su Palabra y por medio de sus
providencias. Puso sus mentes en contacto con la mente del Ser
Infinito.
“Y se admiraban de su doctrina, porque su palabra era con auto-
ridad
Nunca antes habló otro que tuviera tal poder para despertar
el pensamiento, encender la aspiración y suscitar cada aptitud del
cuerpo, la mente y el alma.
La enseñanza de Cristo, lo mismo que su amor, abarcaba el
mundo. Nunca podrá haber una circunstancia de la vida, una crisis
de la experiencia humana que no haya sido prevista en su enseñanza,
y para la cual no tengan una lección sus principios. Las palabras
del Príncipe de los maestros serán una guía para sus colaboradores,
hasta el fin.
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Para él eran uno el presente y el futuro, lo cercano y lo lejano.
Tenía en vista las necesidades de toda la humanidad. Ante su mente