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La Educación
ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él
se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como
él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí
mismo, así como él es puro
De la debilidad a la fortaleza
La historia de ninguno de los discípulos ilustra mejor que la de
Pedro el método educativo de Cristo. Temerario, agresivo, confiado
en sí mismo, ágil mentalmente y pronto para actuar y vengarse era,
sin embargo, generoso para perdonar. Pedro se equivocó a menudo, y
a menudo fue reprendido. No fueron menos reconocidas y elogiadas
su lealtad afectuosa y su devoción a Cristo. El Salvador trató a su
impetuoso discípulo con paciencia y amor inteligente, y se esforzó
por reprimir su engreimiento y enseñarle humildad, obediencia y
confianza.
Pero la lección fue aprendida solo en parte. El engreimiento no
fue desarraigado.
A menudo, cuando sentía su corazón abrumado por un pesar,
Jesús trataba de revelar a sus discípulos las escenas de su prueba
y su sufrimiento. Pero sus ojos estaban cerrados. La revelación no
era bien recibida y no veían. La autocompasión, que lo impulsaba a
evitar la comunión con Cristo en el sufrimiento, motivó la protesta
de Pedro: “Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te
acontezca
Sus palabras expresaban el pensamiento de los doce.
Así siguieron, jactanciosos y pendencieros, adjudicándose an-
ticipadamente los honores reales, sin soñar en la cruz, mientras la
crisis se iba acercando.
La experiencia de Pedro es una lección para todos. Para la con-
fianza propia, la prueba implica derrota. Cristo no podía impedir
las consecuencias seguras del mal que no había sido abandonado.
Pero así como extendió la mano para salvar a Pedro cuando las olas
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estaban por hundirlo, su amor lo rescató cuando las aguas profundas
anegaban su alma. Repetidas veces, al borde mismo de la ruina, las
palabras jactanciosas de Pedro lo acercaron cada vez más al abismo.
Repetidas veces Jesús le advirtió de que negaría que lo conocía. Del
corazón apenado y amante del discípulo brotó la declaración: “Se-
ñor, dispuesto estoy a ir contigo no solo a la cárcel, sino también a la