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La Educación
La germinación de la semilla representa el comienzo de la vida
espiritual, y el desarrollo de la planta es una figura del desarrollo del
carácter. No puede haber vida sin crecimiento. La planta crece, o
muere. Del mismo modo que su crecimiento es silencioso, imper-
ceptible pero continuo, así es también el crecimiento del carácter.
En cualquier etapa del desarrollo, nuestra vida puede ser perfecta;
sin embargo, si se cumple el propósito de Dios para nosotros, habrá
un progreso constante.
La planta crece porque recibe lo que Dios ha provisto para
mantener su vida. Del mismo modo se logra el crecimiento espiritual
por medio de la cooperación con los agentes divinos. Así como la
planta se arraiga en el suelo, nosotros necesitamos arraigarnos en
Cristo. Así como la planta recibe la luz del sol, el rocío y la lluvia,
nosotros tenemos que recibir el Espíritu Santo. Si nuestros corazones
se apoyan en Cristo, él vendrá a nosotros “como la lluvia tardía y
temprana a la tierra
Como el Sol de Justicia, se levantará sobre
nosotros “y en sus alas traerá salvación
Creceremos “como lirio”.
Nos vivificaremos “como trigo” y floreceremos “como la vid
El proceso del crecimiento del trigo es como sigue: “Primero
hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga
El propó-
sito que tiene el agricultor al sembrar la semilla y cultivar la planta,
es obtener el grano: pan para el hambriento y semilla para cosechas
futuras. Así también espera una cosecha el Agricultor divino. Trata
de reproducirse en el corazón y en la vida de sus seguidores, para
que por medio de ellos pueda ser reproducido en otras vidas y otros
corazones.
El desarrollo gradual de la planta a partir de la semilla, es una
ilustración de la educación del niño. “Primero hierba, luego espiga,
después grano lleno en la espiga
El que dio esta parábola, creó la
semillita, le dio sus propiedades vitales y dictó las leyes que rigen su
crecimiento. Y las verdades enseñadas por la parábola fueron hechas
una realidad en su propia vida. Él, la Majestad del cielo, el Rey de
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gloria, se hizo criatura en Belén, y representó por un tiempo a la
infancia impotente que depende del cuidado materno. En su niñez
habló y se condujo como niño, honró a sus padres, y realizó sus
deseos en forma útil. Pero a partir del primer destello de inteligencia,
fue creciendo constantemente en gracia y en conocimiento de la
verdad.