Lecciones de la vida
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pobreza. “El que siembra generosamente, generosamente también
segará”. Al esparcir la semilla, el sembrador la multiplica. Del mismo
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modo, al compartir con otros, aumentamos nuestras bendiciones. La
promesa de Dios asegura abundancia, para que sigamos dando.
Más aún: al impartir bendiciones en esta vida, la gratitud del que
las recibe prepara el corazón para recibir la verdad espiritual y se
produce una cosecha para vida eterna.
La vida es resultado de su muerte
Mediante la acción de echar el grano en la tierra, el Salvador
representa su sacrificio, por nosotros. “Que si el grano de trigo no
cae en la tierra y muere—dice él—, queda solo; pero si muere, lleva
mucho fruto
Únicamente por medio del sacrificio de Cristo, la
Simiente, podía obtenerse fruto para el reino de Dios. De acuerdo
con la ley del reino vegetal, la vida es resultado de su muerte.
Lo mismo ocurre con todos los que dan fruto como colaboradores
con Cristo; el amor y el interés propios deben perecer; la vida tiene
que ser echada en el surco de la necesidad del mundo. Pero la ley
del sacrificio del yo es la ley de la conservación propia. El agricultor
conserva el grano cuando lo arroja a la tierra. Del mismo modo será
conservada la vida que se da generosamente para servicio de Dios y
del hombre.
La semilla muere para dar origen a nueva vida. Por medio de
esto se nos enseña la lección de la resurrección. Dios ha dicho del
cuerpo humano depositado en el sepulcro donde se reduce a polvo:
“Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra
en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará
en poder
Cuando los padres y maestros tratan de enseñar estas lecciones,
deben hacerlo en forma práctica. Preparen los niños el terreno y
siembren la semilla. Mientras trabajan así el terreno, el padre o el
maestro puede compararlo con el jardín del corazón y la semilla
buena o mala echada en él, y explicar que, así como es necesario
preparar el jardín para sembrar la semilla natural, es necesario pre-
parar el corazón para sembrar la semilla de la verdad. Al esparcir
la semilla en el terreno, pueden enseñar la lección de la muerte de
Cristo, y al brotar la hierba, la verdad de la resurrección. A medi-