Página 10 - En los Lugares Celestiales (1968)

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Aprendiendo de Dios mediante sus obras, 3 de enero
Bueno es Jehová para con todos, y sus misericordias sobre todas
sus obras. Te alaben, oh Jehová, todas tus obras, y tus santos te
bendigan.
Salmos 145:9, 10
.
Nos gusta contemplar el carácter y amor de Dios en sus obras creadas.
¡Qué evidencias ha dado a los hijos de los hombres tanto de su poder
como de su amor paternal! Ha adornado los cielos y ha hecho grande y
bella la tierra.
“¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la
tierra! ... Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas
que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria,
y el hijo del hombre para que lo visites?” “Te alaben, oh Jehová, todas
tus obras, y tus santos te bendigan”.
Salmos 8:1, 3, 4
;
145:10
.
Si nuestro mundo hubiese sido formado con una superficie perfec-
tamente nivelada, la monotonía habría fatigado la vista y cansado los
sentidos. Dios ha adornado nuestro mundo con grandes montañas, co-
linas, valles y cadenas de montañas. Las desnudas montañas de áspero
granito, también las montañas adornadas con vegetación siempre verde
y frondas, y los valles con su belleza suavizada hacen del mundo un
espejo de encanto. Por doquiera se manifiestan la bondad, la sabiduría
y el poder de Dios. En montañas, rocas, colinas y valles veo la acción
del poder divino. Nunca puedo estar sola mientras contemplo el gran
escenario de la naturaleza.
Las montañas, colinas y valles debieran ser para nosotros como
escuelas en las cuales estudiar el carácter de Dios en sus obras creadas.
Las obras de Dios que podemos ver en las escenas siempre variadas—en
montañas, colinas y valles, en árboles, arbustos y flores, en cada hoja,
cada brizna de hierba—debieran enseñarnos una lección de la habilidad
y del amor de Dios, y de su poder infinito.
Los que estudian la naturaleza no pueden sentirse solitarios. Aman
las horas tranquilas de meditación pues sienten que son colocados en
íntima comunión con Dios mientras descubren su poder en sus obras
creadas.—
Carta 43, 1875
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