Amor inconmensurable, 4 de enero
Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con
amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.
Jeremías 31:3
.
Los que no conocen a Dios no pueden hallarlo mediante su sabiduría
ni ciencia. Cristo no trata de demostrar el gran misterio, sino que revela
un amor inconmensurable. No hace del poder y grandeza de Dios el
tema principal de sus discursos. Con mayor frecuencia habla de él como
Padre nuestro
... Desea que nuestra mente, debilitada por el pecado, sea
animada para captar la idea de que Dios es amor. Desea inspirarnos con
confianza...
El padre del hijo pródigo es el modelo que Cristo elige como una
representación de Dios. Ese padre anhela ver y recibir una vez más al hijo
que lo ha abandonado. Lo espera y vela por él, ansiando verlo, esperando
que venga. Cuando ve que se acerca un extraño, pobre y vestido con
harapos, sale a recibirlo, por si fuera su hijo. Y lo alimenta y viste como
si fuera realmente su hijo. Más tarde recibe su recompensa, pues su hijo
viene a casa, en sus labios la confesión suplicante: “Padre, he pecado
contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo”. Y
el padre dice a los siervos: “Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned
un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y
matadlo, y comamos y hagamos fiesta”.
No hay reprimendas ni se hacen cuentas con el pródigo por su mal
proceder. El hijo siente que el pasado está perdonado y olvidado, raído
para siempre. Y así Dios dice al pecador: “Yo deshice como una nube
tus rebeliones, y como niebla tus pecados”.
Isaías 44:22
. “Perdonaré la
maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado”.
Jeremías 31:34
...
El cielo espera y anhela el regreso de los pródigos que se han alejado
del redil para vagar. Muchos de los que se han descarriado pueden ser
rescatados por el servicio amante de los hijos de Dios...
Pensemos en el Padre que se somete a sí mismo al dolor, que no
perdona a su propio Hijo, sino que lo entrega gratuitamente por todos
nosotros... ¡Ojalá tuviéramos una mejor comprensión de su amor!—
Manuscrito 76, 1903
.
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