Página 120 - En los Lugares Celestiales (1968)

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Recibamos la palabra de Dios con confianza, 19 de abril
Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no
me acordaré de tus pecados. Hazme recordar, entremos en juicio
juntamente; habla tú para justificarte.
Isaías 43:25, 26
.
Satanás vendrá a ti diciéndote: Tú eres un pecador. Pero, no dejes
que él llene tu mente con el pensamiento de que, porque eres pecador,
Dios te ha rechazado. Dile: Sí, yo soy un pecador, por eso necesito un
Salvador. Necesito perdón, y Cristo dice que si voy a él no pereceré.
En su carta leo: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.
1 Juan 1:9
.
Creeré en la palabra que me ha dejado. Obedeceré sus mandamientos.
Cuando Satanás te diga que estás perdido, contéstale: Sí, pero Jesús
vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Cuanto más grande mi
pecado, tanto más necesito un Salvador.
En el momento en que te aferras de las promesas de Dios por la fe y
dices: “Yo soy la oveja perdida que Jesús vino a salvar”, una nueva vida
tomará posesión de ti y recibirás fuerza para resistir al tentador. Pero la
fe para aferrar las promesas no viene mediante el sentimiento. “La fe es
por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios”.
Romanos 10:17
. No debes
esperar que se realice algún gran cambio, no debes esperar sentir alguna
emoción maravillosa. El Espíritu de Dios debe hacer una impresión en
tu mente...
Toma confiadamente la Palabra de Dios diciendo: El me ama. Dio su
vida por mí, y me salvará... No te mires a ti mismo sino a Jesús. Abrázalo
como a tu Salvador. Deja de quejarte de tu desvalida condición. Al mirar
a Jesús, el autor y consumador de tu fe, serás inspirado con esperanza y
verás la salvación de Dios. Cuando te sientas tentado a murmurar, obliga
a tus labios a pronunciar las alabanzas de Dios. “Regocijaos en el Señor
siempre”. ¿Acaso no es digno de alabanza? Enseña, pues, a tus labios a
hablar de su gloria y a engrandecer su nombre.—
Carta 98b, 1896
.
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