Página 18 - En los Lugares Celestiales (1968)

Basic HTML Version

Poder infinito, 11 de enero
¿Quién es éste que viene de Edom, de Bosra, con vestidos rojos?
¿éste hermoso en su vestido, que marcha en la grandeza de su
poder? Yo el que hablo en justicia, grande para salvar.
Isaías 63:1
.
El Unigénito de Dios vino a este mundo para redimir a la raza caída.
Nos ha dado evidencia de su gran poder. Capacitará a los que lo reciben
para formar caracteres libres de todas las tendencias que revela Satanás.
Podemos resistir al enemigo y a todas sus fuerzas. Será ganada la batalla,
la victoria obtenida, por el que elige a Cristo como a su jefe, determinado
a hacer lo correcto porque es correcto.
Nuestro divino Señor es suficiente para cualquier emergencia. Nada
es imposible con él. Ha mostrado su gran amor por nosotros al vivir una
vida de abnegación y sacrificio, y al morir una muerte de agonía. Id a
Cristo tales como sois, débiles, impotentes y listos para morir. Depended
plenamente de su misericordia. No hay dificultad interna o externa que
no pueda ser vencida con su fortaleza. Algunos tienen temperamentos
tempestuosos; pero Aquel que calmó al tormentoso Mar de Galilea
dirá al corazón turbado: “Calla, enmudece”. No hay ninguna naturaleza
tan rebelde que Cristo no pueda subyugar, ningún temperamento tan
tempestuoso que no pueda aplacar, si el corazón está entregado a la
guardia de Cristo...
Mirando a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, podéis decir:
“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribu-
laciones. Por tanto, no temeremos aunque la tierra sea removida, y se
traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus
aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza”.
Salmos 46:1-3
...
Tengamos más confianza en nuestro Redentor. No os apartéis de las
aguas del Líbano para buscar refrigerio en cisternas rotas que no pueden
retener agua. Tened fe en Dios... Él es infinito en poder y puede salvar a
todos los que se le allegan. No hay otro en quien podamos confiar con
seguridad.—
The Review and Herald, 9 de junio de 1910
.
[20]
14