Página 21 - En los Lugares Celestiales (1968)

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Un cambio de corazón, 14 de enero
Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros
pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de
refrigerio.
Hechos 3:19
.
A fin de ser salvados debemos conocer por experiencia el significado
de la verdadera conversión. Es un error pavoroso que hombres y mujeres
prosigan día tras día profesando ser cristianos sin tener derecho a ese
nombre. A la vista de Dios, la profesión no es nada, la posición no es
nada. Él pregunta: ¿Está la vida en armonía con mis preceptos? Hay
muchos que suponen que están convertidos, pero no pueden soportar la
prueba de carácter presentada en la Palabra de Dios...
La conversión es un cambio de corazón, un apartarse de la injusticia
a la justicia. Descansando en los méritos de Cristo, ejerciendo verdadera
fe en él, el pecador arrepentido recibe perdón de su pecado. Al dejar de
hacer mal y al aprender a hacer bien crece en la gracia y el conocimiento
de Dios. Comprende que para seguir a Jesús debe separarse del mundo
y, después de haber contado el costo, lo considera todo pérdida si tan
sólo puede ganar a Cristo. Se alista en el ejército de Cristo y valiente
y gozosamente entra en la contienda luchando contra las inclinaciones
naturales y los deseos egoístas y colocando la voluntad en sujeción a la
voluntad de Cristo. Diariamente busca al Señor en procura de gracia, y es
fortalecido y ayudado. El yo una vez reinaba en su corazón ... Ahora el
yo está destronado y Dios reina supremo... Esta es conversión genuina.
No nos olvidemos que en su conversión y santificación el hombre
debe cooperar con Dios. “Ocupaos en vuestra salvación con temor y
temblor”, declara la Palabra, “porque Dios es el que en vosotros produce
así el querer como el hacer, por su buena voluntad”.
Filipenses 2:12,
13
. El hombre no puede transformarse a sí mismo por el ejercicio de su
voluntad. No tiene poder por el cual pueda efectuarse ese cambio. Debe
venir de Dios la energía renovadora. El cambio puede ser hecho sólo
por el Espíritu Santo. El que ha de ser salvado, encumbrado o humilde,
rico o pobre, debe someterse a la acción de ese poder.—
The Review and
Herald, 7 de julio de 1904
.
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