Página 22 - En los Lugares Celestiales (1968)

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La gracia de Dios transforma la vida, 15 de enero
No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.
Juan 3:7
.
La gran verdad de la conversión del corazón por el Espíritu Santo es
presentada en las palabras de Cristo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te
digo que el que no naciere de nuevo [o de lo alto], no puede ver el reino
de Dios... Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del
Espíritu, espíritu es”.
Juan 3:3-6
.—
The Review and Herald, 7 de julio
de 1904
.
Es por la renovación del corazón como la gracia de Dios obra para
transformar la vida. Ningún mero cambio externo es suficiente para
ponernos en armonía con Dios. Hay muchos que tratan de reformarse co-
rrigiendo este mal hábito o aquel mal hábito y esperan hacerse cristianos
en esa forma, pero están comenzando en el lugar equivocado. Nuestra
primera obra es dentro del corazón...
La levadura de la verdad obra secreta, silenciosa, continuamente para
transformar el alma. Las inclinaciones naturales son suavizadas y sub-
yugadas. Son implantados nuevos pensamientos, nuevos sentimientos,
nuevos motivos. Se establece una nueva norma de carácter: la vida de
Cristo. La mente se cambia; las facultades se despiertan para actuar en
nuevas líneas. El hombre no es dotado con nuevas facultades sino que
las facultades son santificadas. La conciencia se despierta.
Las Escrituras son el gran instrumento en esta transformación del
carácter. Cristo oró: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”.
Juan 17:17
. Si es estudiada y obedecida, la Palabra de Dios actúa en
el corazón subyugando todo atributo no santificado. El Espíritu Santo
acude para convencer de pecado, y la fe que surge en el corazón obra por
el amor a Cristo conformándonos, cuerpo, alma y espíritu, a su voluntad.
Un hombre ve su peligro. Comprende que necesita un cambio de
carácter, un cambio de corazón ... El Espíritu de Dios está actuando en
él ... Confiesa sus pecados a Dios... Procede en armonía con la obra del
Espíritu y su conversión es genuina.—
Ibid
.
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