Página 23 - En los Lugares Celestiales (1968)

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Un eficaz poder invisible, 16 de enero
El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de
dónde viene ni adónde va; así es todo aquel que es nacido del
Espíritu.
Juan 3:8
.
El Espíritu Santo contiende con cada hombre. Es la voz de Dios que
habla al alma.—
The Review and Herald, 27 de julio de 1897
.
Ningún razonamiento humano del hombre más erudito puede definir
las operaciones del Espíritu Santo en la mente y el carácter humanos; sin
embargo, se pueden ver sus efectos en la vida y las acciones...
Aunque no podemos ver el Espíritu de Dios, sabemos que los hom-
bres que han estado muertos en delitos y pecados quedan convencidos
y convertidos bajo la operación del Espíritu. Los insensatos y extravia-
dos se vuelven serios. El endurecido se arrepiente de sus pecados, y el
incrédulo se vuelve creyente...
Cuando vemos esos cambios en el carácter, podemos estar seguros
de que el poder de Dios que convierte ha transformado al ser entero.
No vimos al Espíritu Santo pero sí vimos las evidencias de su obra en
los caracteres cambiados de los que eran antes pecadores endurecidos
y obstinados. Así como el viento se mueve fuertemente en los árboles
elevados y los derriba, así el Espíritu Santo puede obrar en el corazón
humano y ningún ser humano finito puede circunscribir la obra de Dios...
No podéis ver el instrumento que obra, pero sí podéis ver sus efec-
tos.—
The Review and Herald, 5 de mayo de 1896
.
Los que no sólo oyen sino que hacen las palabras de Cristo ponen de
manifiesto en el carácter la operación del Espíritu Santo. El resultado de
la obra interna del Espíritu Santo se demuestra en la conducta externa.
La vida del cristiano se oculta con Cristo en Dios, y Dios reconoce a los
que son suyos declarando: “Vosotros sois mis testigos”. Ellos testifican
que el poder divino está influyendo en su corazón y dando forma a su
conducta. Sus obras dan evidencia de que el Espíritu está actuando en el
hombre interior; los que se relacionan con ellos están convencidos de
que tienen a Cristo como su modelo.—
The Review and Herald, 12 de
mayo de 1898
.
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