Nuestra suprema obligación, 13 de julio
Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en
Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él
mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.
1 Pedro 5:10
.
Es tan perfecta la representación del carácter que los hombres deben
tener para ser discípulos de Cristo, que el incrédulo ha dicho que no es
posible para ningún ser humano alcanzarla ... Los incrédulos no saben
que se da ayuda celestial a los que la buscan por fe. Se ha hecho toda pro-
visión en favor de cada alma que trate de ser participante de la naturaleza
divina y de ser completa en Jesucristo. Debe discernirse todo defecto y
eliminárselo del carácter con determinación y sin contemplaciones.
El pueblo de Dios debe realizar cada acto con devoción. Debe partici-
par de cada comida como si supiera que fue una señal del amor del Dios
infinito hacia ellos. La terminación de un deber debe ser el comienzo del
próximo que se presente. Entonces el carácter cristiano se manifestará
en una vida de continua obediencia y servicio a Jesucristo.
Cualquiera sea la clase de negocios a que se dediquen los hombres, si
son cristianos deben llevar el yugo del deber a Cristo. Esta es su lealtad.
Deben considerarse atados por obligaciones superiores. El Maestro,
Jesucristo, ha puesto su yugo al cuello de cada discípulo. Al aceptar su
yugo se le da en prenda el servicio de la vida. Todo lo que pueda dañar
o estorbar debe quitarse, de cualquier naturaleza o carácter que sea. No
debiéramos darle a Dios un servicio dividido.
El Señor ha unido su naturaleza con la humanidad expresamente para
que pudiera convertirse en un objeto más tangible y definido de nuestra
contemplación y amor. Nos invita a acercarnos y contemplar la gran
luz, el Dios invisible vestido de ropaje humano emitiendo una gloria
suavizada y amortiguada para que nuestros ojos puedan soportarla.—
Carta 117, 1896
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