La medida del valor del hombre, 18 de agosto
Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová
de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte
ante tu Dios.
Miqueas 6:8
.
Lo que un hombre es tiene mayor influencia que lo que dice. Una
vida serena, consecuente, piadosa es una epístola viviente, conocida y
leída por todos los hombres. La santidad no está dada por lo exterior ni
lo que se usa; irradia desde dentro. Si en el corazón moran la bondad, la
pureza, la mansedumbre, la humildad y la integridad se reflejarán en el
carácter; y un carácter tal está pleno de poder. No el instrumento sino el
gran Obrero con cuya mano el instrumento es usado, recibe la gloria. El
corazón henchido con el amor del Salvador, diariamente recibe gracia
para impartir. La vida revela el poder redentor de la verdad.
El testimonio respecto a Jesús fue: “¡Jamás hombre alguno ha habla-
do como este hombre!”
Juan 7:46
. La razón de que Cristo hablara como
ningún otro hombre ha hablado era que vivió como ningún otro hombre
ha vivido. Si no hubiera vivido como lo hizo, no habría podido hablar
como habló. Sus palabras penetraban con su convincente poder, porque
manaban de un corazón puro y santo, rebosante de amor y simpatía,
caridad y verdad...
Mientras los pastores estaban vigilando sus rebaños en las colinas
de Belén, ángeles del cielo los visitaron. Igualmente hoy, mientras el
humilde obrero de Dios está ocupando su puesto, ángeles permanecen
a su lado, atentos a sus palabras, observando la forma en que realiza
su trabajo... Si confía constantemente en Dios, estos ángeles vigilantes
no dejarán que su obra se deteriore. No permitirán que se desvíe en
apariencias que hagan peligrar la causa de Dios. El Señor está observando
la labor que viene de las manos de su pueblo...
La importancia del hombre no se mide por la posición de respon-
sabilidad que ocupa sino por el espíritu cristiano que revela. Cuando
el Salvador mora en el corazón la obra muestra la impresión del toque
divino.—
Carta 187, 1902
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