Dios me ha elegido, 20 de enero
Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a
vosotros hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya
escogido desde el principio para salvación, mediante la
santificación por el Espíritu y la fe en la verdad.
2 Tesalonicenses
2:13
.
En este texto se revelan dos instrumentos para la salvación del hom-
bre: la influencia divina; la poderosa fe viviente de los que siguen a
Cristo...
La santificación es la obra, no de un día ni de un año, sino de toda
la vida. La lucha para vencer el yo, para lograr la santidad y el cielo
es una lucha que dura toda la vida... La santificación de Pablo fue el
resultado de un conflicto constante con el yo. Dijo él: “Cada día muero”.
1 Corintios 15:31
... Mediante un esfuerzo incesante mantenemos la
victoria sobre las tentaciones de Satanás. La integridad cristiana debe
procurarse con energía irresistible, y debe ser mantenida con resuelta
firmeza de propósito.
Hay una ciencia de cristianismo que debe ser asimilada: una ciencia
más profunda, amplia y alta que cualquier ciencia humana así como
los cielos son más altos que la tierra. La mente ha de ser disciplinada,
educada, preparada; pues hemos de prestar servicio para Dios en formas
que no están en armonía con las inclinaciones innatas. Hay tendencias al
mal hereditarias y cultivadas que deben ser vencidas...
La palabra que fue hablada a Jesús en el Jordán abarca la humanidad.
Dios habló a Jesús como representante nuestro. Con todos nuestros
pecados y debilidades, no somos puestos a un lado como indignos. “Nos
hizo aceptos en el Amado”.
Efesios 1:6
. La gloria que descansó sobre
Cristo es una prenda del amor de Dios por nosotros. Nos dice del poder de
la oración: cómo la voz humana puede llegar al oído de Dios y nuestras
peticiones pueden encontrar aceptación en los atrios celestiales... La
luz que se derramó de los portales abiertos sobre la cabeza de nuestro
Salvador, se derramará sobre nosotros cuando oramos pidiendo ayuda
para resistir la tentación. La voz que habló a Jesús dice a cada alma
creyente: “Este es mi hijo amado, en quien tengo complacencia”.—
The
Review and Herald, 15 de octubre de 1908
.
[29]
23