Ayuda para los descarriados, 11 de octubre
Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros
que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre,
considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.
Gálatas 6:1
.
Dios es amor. Dios es vida. Es prerrogativa de Dios el redimir,
reconstruir y restaurar. Antes de la creación del mundo, el Hijo de Dios
se ofreció para morir. Y la redención es el “misterio que se ha mantenido
oculto desde tiempos eternos”.
Romanos 16:25
. Sin embargo, el pecado
es inexplicable y no hay razón que se pueda encontrar para su existencia.
Ningún alma conoce a Dios hasta que se ve a sí misma como pecadora,
a la luz de la cruz del Calvario. Pero cuando en su gran necesidad clama
a un Salvador que perdona el pecado, Dios se le revela como benigno
y misericordioso, paciente y rico en benevolencia y verdad. La obra de
Cristo es redimir, restaurar, buscar y salvar lo que se había perdido. Si nos
relacionamos con Cristo, también somos participantes de la naturaleza
divina y debemos ser obreros juntamente con Dios. Debemos restaurar
el alma golpeada y herida. Y si un hermano o una hermana se han
descarriado, no nos unamos con el enemigo para destruir y arruinar, sino
para trabajar con Cristo en restaurar al tal en espíritu de humildad.
El fundamento de nuestra esperanza en Cristo es el hecho de que
nos reconozcamos a nosotros mismos como pecadores necesitados de
restauración y redención. Porque somos pecadores tenemos ánimo para
reclamarlo como nuestro Salvador. Por lo tanto, prestemos atención, no
sea que tratemos a los que yerran en forma tal que manifieste que no
tenemos necesidad de redención. No delatemos, condenemos y destruya-
mos como si nosotros fuéramos perfectos. La obra de Cristo es reparar,
curar, restaurar. Dios es amor en sí mismo, en su misma esencia. El ...
no da a Satanás ocasión de triunfo por presentar la peor apariencia o por
exponer nuestras debilidades a nuestros enemigos.—
The Review and
Herald, 26 de febrero de 1895
.
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