Sin límites de frontera, 8 de noviembre
Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que
me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
Juan 8:12
.
Los que siguen a Jesús serán colaboradores juntamente con Dios. No
caminarán en tinieblas, sino que hallarán la verdadera senda donde Jesús,
la Luz del mundo, encabeza la marcha; y a medida que orienten sus pasos
hacia Sion, avanzando por fe, obtendrán una brillante experiencia en las
cosas de Dios. La misión de Cristo, tan oscuramente comprendida, tan
débilmente interpretada, que lo llamó desde el trono de Dios al misterio
del altar de la cruz del Calvario, se descubrirá más y más a la mente y se
verá que en el sacrificio de Cristo se halla el manantial y el principio de
toda otra misión de amor...
Jesús enseñó a sus discípulos que eran deudores tanto de los judíos
como de los griegos, de los sabios y de los incultos, y les hizo entender
que la distinción de raza, casta y líneas divisorias hechas por el hombre
no eran aprobadas por el Cielo y no habían de tener influencia en la
obra de diseminar el Evangelio. Los discípulos de Cristo no habían de
hacer distinciones entre sus prójimos y sus enemigos, sino que debían
considerar a todo hombre como un prójimo necesitado de ayuda, y
al mundo como su campo de labor, buscando salvar a los perdidos.
Jesús ha dado a cada hombre su obra, tomándolo del estrecho círculo
que le había trazado su egoísmo, anulando líneas divisorias y todas las
otras distinciones artificiales de la sociedad; no pone límite para el celo
misionero, sino que ordena a sus seguidores extender sus labores hasta
lo último de la tierra...
El Señor Jesús es nuestra eficiencia en todo; su Espíritu ha de ser
nuestra inspiración; y al ponernos en sus manos para ser conductos
de luz, nuestros medios para hacer el bien nunca se agotará
.—
The
Review and Herald, 30 de octubre de 1894
.
[322]
1—E. L. C.
329