El don de la paz, 29 de enero
La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará
vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Filipenses 4:7
.
El pecado ha destruido nuestra paz. Mientras el yo no sea subyugado,
no podemos encontrar descanso. Ningún poder humano puede regir las
dominantes pasiones del corazón. En esto somos tan impotentes como lo
fueron los discípulos para dominar la rugiente tormenta. Pero Aquel que
habló palabras de paz a las olas de Galilea ha hablado la palabra de paz
a cada alma. No importa cuán fiera sea la tempestad, los que se vuelven
a Jesús clamando “Señor, sálvanos”, hallarán liberación. La gracia de
Jesús que reconcilia el alma con Dios aquieta la contienda de la pasión
humana y en su amor halla descanso el corazón... “Justificados, pues, por
la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”.
Romanos 5:1
.
Todo el que consiente en renunciar al pecado y abre su corazón al
amor de Cristo, se hace participante de este lugar celestial. No hay otro
fundamento para la paz fuera de éste. La gracia de Cristo, recibida en el
corazón, subyuga la enemistad; apacigua la lucha y llena el alma de amor.
El que está en paz con Dios y sus prójimos no puede ser desdichado.
La envidia no estará en su corazón; no encuentran lugar allí las malas
conjeturas; no puede existir el odio. El corazón que está en armonía
con Dios es participante de la paz del cielo y difundirá por doquiera
su bendita influencia. El espíritu de paz actuará como rocío sobre los
corazones cansados y turbados con las contiendas mundanales.
Los seguidores de Cristo son enviados al mundo con el mensaje de
paz. Todo el que tenga una influencia apacible e inconsciente de una
vida santa, revelará el amor de Dios ...
“Bienaventurados los pacificadores”... El espíritu de paz es evidencia
de su relación con el cielo. El dulce sabor de Cristo los rodea... Los
hombres advierten que ellos han estado con Jesús.—
The Review and
Herald, 15 de octubre de 1908
.
[38]
32