El misterio de todos los misterios, 4 de febrero
El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como
cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando
forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la
condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente
hasta la muerte, y muerte de cruz.
Filipenses 2:6-8
.
Cristo no tenía mancha alguna de pecado, pero al tomar la naturaleza
del hombre se expuso a los más crueles ataques del enemigo, a las ten-
taciones más sutiles, al dolor más profundo. Sufrió al ser tentado. Fue
hecho semejante a sus hermanos para que pudiera mostrar que mediante
la gracia, los hombres podían vencer las tentaciones del enemigo... Oi-
gamos sus palabras: “He aquí, vengo; en el rollo del libro está escrito
de mí; el hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en
medio de mi corazón”.
Salmos 40:7, 8
. ¿Quién es éste que así anuncia el
propósito de su venida a la tierra? Isaías nos dice: “Porque un niño nos es
nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará
su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de
paz”.
Isaías 9:6
...
“E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue
manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles,
predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria...
Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre
que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble
toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de
la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria
de Dios Padre”; “en quien tenemos redención por su sangre, el perdón
de pecados. Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda
creación”.
1 Timoteo 3:16
;
Filipenses 2:9-11
;
Colosenses 1:14, 15
.
La encarnación de Cristo es el misterio de todos los misterios.—
Carta
276, 1904
.
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