Cristo, nuestro sacrificio y garantía, 5 de febrero
Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el
madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados,
vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.
1 Pedro
2:24
.
Si estuvieras encarcelado por algún crimen que hubieras cometido,
habiéndose pronunciado una sentencia de muerte contra ti, y viniere
un amigo que te dijera: “Yo tomaré tu lugar y tú quedarás libre”, ¿no
se llenaría tu corazón de gratitud por un amor tan abnegado? Cristo
ha hecho infinitamente más que eso por nosotros. Estábamos perdidos;
pesaba sobre nosotros la sentencia de muerte; y Cristo murió por nosotros
y nos dio la libertad. Él dijo: “Llevaré sobre mí la culpa del pecador para
que tenga otra oportunidad. Pondré a su alcance el poder que lo capacite
para vencer en la lucha contra el mal”.—
Manuscrito 11, 1885
.
Imaginémonos, si es posible, la naturaleza y el grado de los sufri-
mientos de Cristo. Este sufrimiento en la humanidad debía prevenir el
derramamiento de la ira de Dios sobre todos aquellos por los cuales
Cristo murió. Sí, para la iglesia este gran sacrificio será eficaz a través
de la eternidad. ¿Podemos calcular en cifras la suma de sus transgresio-
nes? Imposible. Entonces, ¿quién podrá aproximarse a una concepción
de lo que Cristo soportó cuando tuvo que actuar como garantía por su
iglesia, el único que podía padecer el castigo en favor del pecador sin
ser consumido debido a su inocencia? ... En el sacrificio del unigénito
Hijo de Dios se demuestra la tremenda gloria de la justicia y santidad
divinas.—
Manuscrito 6, 1897
.
Al empeñar su propia vida Cristo se hizo responsable por cada hom-
bre y mujer de la tierra. Él está en la presencia de Dios diciendo: “Padre,
yo tomo sobre mí la culpa de esa alma. Si ella tuviera que llevarla,
eso significaría la muerte para ella. Si se arrepiente será perdonada. Mi
sangre la limpiará de todo pecado. Yo di mi vida por los pecados del
mundo”.—
Manuscrito 127, 1899
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