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Eventos de los Últimos Días
Los juicios vienen cuando Dios retira su protección
Se me mostró que los juicios de Dios no vendrían sobre ellos
directamente del Señor, sino de esta manera: Ellos se colocan más
allá de su protección. El advierte, corrige, reprueba y señala el único
camino seguro; luego, si aquellos que han sido el objeto de su cuida-
do especial siguen su propio curso, independientemente del Espíritu
de Dios, tras repetidas amonestaciones; si eligen su propio camino,
entonces él no encarga a sus ángeles que impidan los decididos
ataques de Satanás contra ellos.
Es el poder de Satanás lo que está obrando en el mar y en la
tierra, trayendo calamidad y angustia, y barriendo multitudes para
asegurarse de su presa.—
Manuscript Releases 14:3 (1883)
.
Dios usará a sus enemigos como instrumentos para castigar a
aquellos que hayan seguido sus propios caminos perniciosos, por
los cuales la verdad de Dios ha sido tergiversada, juzgada equivoca-
damente y deshonrada.—
The Paulson Collection of Ellen G. White
Letters, 136 (1894)
.
El Espíritu de Dios—insultado, rechazado, abusado—ya se está
retirando de la tierra. Tan pronto como el Espíritu de Dios se aleje, se
llevará a cabo la cruel obra de Satanás en tierra y mar.—
Manuscrito
134, 1898
.
Los impíos han dejado concluir su tiempo de gracia; el Espíritu
de Dios, al que se opusieran obstinadamente, acabó por apartarse
de ellos. Desamparados ya de la gracia divina, están a merced de
Satanás.—
Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 672 (1911)
.
[207]
A veces los santos ángeles ejercen poder destructiv
Los juicios de Dios fueron suscitados contra Jericó. Era un
baluarte. Pero el mismo Capitán de la hueste del Señor vino del cielo
para conducir los ejércitos del cielo en un ataque contra la ciudad.
Ángeles de Dios asieron los masivos muros y los derribaron.—
Testimonies for the Church 3:264 (1873)
.
El pecador debe llevar plena responsabilidad por el castigo que recae sobre él. Elena
G. de White declara: “Dios no destruye a nadie. El pecador se destruye a si mismo por su
propia impenitencia”.
Testimonies for the Church 5:120
. Ver además
El conflicto de los
siglos, 28-42
.