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Eventos de los Últimos Días
pueblo de Dios en súplica de que les enseñase cómo escapar a los
juicios divinos. Pero los santos no tenían nada para ellos. Había sido
derrama la última lágrima en favor de los pecadores, ofrecida últi-
ma angustiosa oración, soportada la última carga y dado el postrer
aviso.—
Primeros Escritos, 281 (1858)
.
La tercera plaga
Vi que los cuatro ángeles iban a retener los vientos mientras no
estuviesen hecha la obra de Jesús en el santuario, y que entonces
caerían las siete postreras plagas. Estas enfurecieron a los malvados
contra los justos, pues los primeros pensaron que habíamos atraído
los juicios de Dios sobre ellos, y que si podían raernos de la tierra las
plagas se detendrían. Se promulgó un decreto para matar a los santos,
lo cual los hizo clamar día y noche por su libramiento.—
Primeros
Escritos, 36 (1851)
.
“Los ríos, y [...] fuentes de las aguas, [...] se convirtieron en
sangre”. Por terribles que sean estos castigos, la justicia de Dios está
plenamente vindicada. El ángel de Dios declara: “Justo eres tú, oh
Señor, [...] porque has juzgado estas cosas: porque ellos derramaron
la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a
beber sangre; pues lo merecen”.
Apocalipsis 16:2-6
. Al condenar a
muerte al pueblo de Dios, los que lo hicieron son tan culpables de
su sangre como si la hubiesen derramado con sus propias manos.—
Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 686 (1911)
.
La cuarta plaga
En la plaga que sigue, se le da poder al sol para “quemar a los
hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el gran calor”.
[209]
Apocalipsis 16:8-9
. Los profetas describen como sigue el estado de
la tierra en tan terrible tiempo: “El campo fue destruido, enlutóse
la tierra; [...] porque se perdió la mies del campo [...]. Secáronse
todos los árboles del campo; por lo cual se secó el gozo de los hijos
de los hombres [...]. El grano se pudrió debajo de sus terrones, los
basamentos fueron asolados [...]. ¡Cuánto gimieron las bestias! ¡cuán
turbados anduvieron los hatos de los bueyes, porque no tuvieron
pastos! [...]. Se secaron los arroyos de las aguas, y fuego consumió