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Eventos de los Últimos Días
De nada valdrán casas y tierras
En el tiempo de angustia, de nada les valdrán a los santos las
casas ni las tierras, porque entonces tendrán que huir delante de
turbas enfurecidas, y en aquel entonces no podrán deshacerse de sus
bienes para hacer progresar la causa de la verdad presente...
Vi que si algunos se aferraban a sus propiedades y no pregun-
taban al Señor en qué consistía su deber, él no se lo hará conocer
y les permitirá conservar sus propiedades, pero en el tiempo de an-
gustia éstas se levantarán delante de ellos como una montaña para
aplastarlos, y ellos tratarán de deshacerse de ellas, pero no podrán...
Pero si ellos desean que se les enseñe, él les hará saber, en tiempo
de necesidad, cuándo y cuánto deben vender.—
Primeros Escritos,
56-57 (1851)
.
Ahora es demasiado tarde para aferrarse a los tesoros mundana-
les. Casas y tierras innecesarias pronto no serán de beneficio para
nadie, porque la maldición de Dios descansará más y más pesada-
mente sobre la tierra. Llega la invitación: “Vended lo que poseéis,
y dad limosna”.
Lucas 12:33
. Este mensaje debiera hacerse llegar
fielmente a los corazones de la gente, para que la propiedad de Dios
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le pueda ser devuelta en ofrendas que promuevan su obra en el
mundo.—
Manuscript Releases 16:348 (1901)
.
Como el tiempo de angustia de Jacob
Finalmente se expedirá contra todos los que santifiquen el sába-
do un decreto que los declare merecedores de las penas más severas
y autorice al pueblo para que, pasado cierto tiempo, los mate. El
romanismo en el Viejo Mundo y el protestantismo apóstata en la
América del Norte actuarán de la misma manera contra los que hon-
ren todos los preceptos divinos. El pueblo de Dios se verá entonces
sumido en las escenas de aflicción y angustia descritas por el profeta
y llamadas el tiempo de la apretura de Jacob.—
Seguridad y Paz en
el Conflicto de los Siglos, 673 (1911)
.
Por lo que ven los hombres, parecería que los hijos de Dios
tuviesen que sellar pronto su destino con su sangre, como lo hicieron
los mártires que los precedieron. Ellos mismos empiezan a temer que
el Señor los deje perecer en las manos homicidas de sus enemigos. Es