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Capítulo 20—La herencia de los santo
Un don del señor
Cristo, sólo Cristo y su justicia, obtendrán para nosotros un
pasaporte para el cielo.—
Carta 6b, 1890
.
El corazón orgulloso lucha para ganar la salvación; pero tanto
nuestro derecho al cielo como nuestra idoneidad para él, se hallan en
la justicia de Cristo.—
El Deseado de Todas las Gentes, 267 (1898)
.
A fin de que pudiésemos llegar a ser miembros de la familia ce-
lestial, [Cristo] se hizo miembro de la familia terrenal.—
El Deseado
de Todas las Gentes, 593 (1898)
.
Mejor que un título de propiedad para el palacio más noble de
la tierra es un título a las mansiones que nuestro Señor ha ido a
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preparar. Y mejores que todas las palabras de alabanza terrenal,
serán las palabras del Salvador a sus siervos fieles: “Venid, benditos
de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la
fundación del mundo”.—
Palabras de Vida del Gran Maestro, 308
(1900)
.
Por qué debiéramos pensar sobre el mundo futuro
Jesús ha traído el cielo a la vista y presenta su gloria ante nuestros
ojos a fin de que la eternidad no sea eliminada de nuestros cálculos.—
ST Abril 4, 1895.
Si mantenemos en vista las realidades eternas, formaremos el
hábito de cultivar pensamientos de la presencia de Dios. Esto será
un escudo contra las incursiones del enemigo. Proporcionará fuerza
y seguridad, y elevará el alma por encima del temor. Si respiramos
Las diversas visiones del cielo y de la tierra nueva que se le presentaron a Elena de
White eran representaciones de realidades eternas. Se le mostraron asuntos celestiales a
través de conceptos humanos. Debido a los límites de nuestra comprensión y lenguaje
humanos, no podemos conocer plenamente la apariencia real de las escenas descritas.
“Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco
en parte; pero entonces conoceré como fui conocido”.
1 Corintios 13:12
.
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