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Capítulo 8—Las ciudades
Los constructores de la ciudad original
Al recibir la maldición de Dios, Caín se había retirado de la
familia de sus padres. Había escogido primeramente el oficio de
labrador, y luego fundó una ciudad, a la cual dio el nombre de su hijo
mayor.
Génesis 4:17
. Se había retirado de la presencia del Señor,
desechando la promesa del Edén restaurado, para buscar riquezas
y placer en la tierra maldita por el pecado, y así se había destacado
como caudillo de la gran multitud que adora al dios de este mundo.—
Historia de los Patriarcas y Profetas, 67 (1890)
.
Durante algún tiempo, los descendientes de Noé continuaron
habitando en las montañas donde el arca se había detenido. A me-
dida que se multiplicaron, la apostasía no tardó en causar división
entre ellos. Los que deseaban olvidar a su Creador y desechar las
restricciones de su ley, tenían por constante molestia las enseñanzas
y el ejemplo de sus piadosos compañeros; y después de un tiempo
decidieron separarse de los que adoraban a Dios. Para lograr su fin,
emigraron a la llanura de Sinar, que estaba a orillas del río Eufrates...
Decidieron construir allí una ciudad, y en ella una torre de tan
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estupenda altura que fuera la maravilla del mundo.
Génesis 11:2-
4
.—
Historia de los Patriarcas y Profetas, 111-112 (1890)
.
Las ciudades son semilleros de vicio
La persecución de los placeres y las diversiones se centraliza
en las ciudades. Muchos padres que se establecen en la ciudad
con sus hijos, pensando darles mayores ventajas, se desilusionan,
y demasiado tarde se arrepienten de su terrible error. Las ciudades
de nuestros días se están volviendo rápidamente como Sodoma y
Gomorra. Los muchos días feriados estimulan la holgazanería. Los
deportes excitantes—el asistir a los teatros
las carreras de caballos,
Hoy incluiríamos también el cine, la televisión y los videocasetes con programas
inmorales y llenos de violencia.
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