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El Evangelismo
Nuestra lengua debería ser como la pluma de un escritor atento,
porque el Espíritu de Dios habla por medio del instrumento humano.
Cuando utilizáis la denuncia y los ataques, habéis puesto algo de vo-
sotros mismos, y no necesitamos nada de esta mezcla.—
Manuscrito
7, 1894
.
No ataquéis a las autoridades
—Nuestra obra no consiste en
atacar al gobierno sino en preparar a un pueblo que pueda estar en
pie en el gran día del Señor. Cuantos menos ataques hagamos contra
las autoridades, tanto más haremos la obra por Dios...
Aun cuando la verdad debe defenderse, esta obra ha de hacerse
con el espíritu de Jesús. Si el pueblo de Dios trabaja sin paz ni
amor, sufrirá gran pérdida, una pérdida irreparable. Las almas son
apartadas de Cristo aun después que han estado relacionadas con su
obra.
No hemos de abrir juicio sobre los que no han tenido las opor-
tunidades y los privilegios que nosotros hemos tenido. Algunos de
éstos irán al cielo antes que aquellos que han tenido gran luz, pero
que no han vivido de acuerdo con esa luz.
Si deseamos convencer a los no creyentes de que tenemos la
verdad que santifica el alma y transforma el carácter, no debemos
echarles en cara en forma vehemente sus errores. Así los obligamos
a sacar la conclusión de que la verdad no nos hace bondadosos y
corteses, sino ásperos y rudos.
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Algunos, fácilmente excitables, están siempre listos para tomar
las armas de guerra. En tiempos de prueba, mostrarán que no han
fundado su fe sobre la roca sólida...
No hagan nada los adventistas del séptimo día que los señale
como desobedientes o contrarios a la ley. Apártense de toda incon-
secuencia en su vida. Nuestra obra es proclamar la verdad, dejando
los problemas con el Señor.
Haced todo lo que esté a vuestro alcance para reflejar la luz, pero
no habléis palabras que irriten o provoquen.—
Manuscrito 117a,
1901
.
Presentando la verdad en forma violenta
—En el pasado ha-
béis presentado la verdad en forma violenta y la habéis utilizado
como si fuera un látigo. Esto no ha glorificado al Señor. Habéis
dado a la gente los ricos tesoros de la Palabra de Dios, pero lo ha-
béis hecho en una forma tan condenatoria que ésta se ha alejado