Página 158 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
Ensalzad a Jesús, los que enseñáis a las gentes, ensalzadlo en
la predicación, en el canto y en la oración. Dedicad todas vuestras
facultades a conducir las almas confusas, extraviadas y perdidas,
al “Cordero de Dios”. Ensalzad al Salvador resucitado, y decid a
cuantos escuchen: Venid a Aquel que “nos amó, y se entregó a sí
mismo por nosotros”.
Efesios 5:2
. Sea la ciencia de la salvación el
centro de cada sermón, el tema de todo canto. Derrámese en toda
súplica. No pongáis nada en vuestra predicación como suplemento
de Cristo, la sabiduría y el poder de Dios. Enalteced la palabra
de vida, presentando a Jesús como la esperanza del penitente y la
fortaleza de cada creyente. Revelad el camino de paz al afligido y
abatido, y manifestad la gracia y perfección del Salvador.—
Obreros
Evangélicos, 168 (1915)
.
En todo discurso
—Más personas de lo que pensamos están
anhelando hallar el camino a Cristo. Aquellos que predican el úl-
timo mensaje de misericordia deben tener presente que Cristo ha
de ser ensalzado como refugio del pecador. Algunos predicadores
creen que no es necesario predicar el arrepentimiento y la fe; toman
por concedido que sus oyentes conocen el Evangelio, y que deben
presentarse cosas diferentes a fin de conservar su atención. Pero mu-
chos hay que están en triste ignorancia acerca del plan de salvación;
necesitan más instrucción acerca de este tema de suma importancia
que en cuanto a cualquier otro.
Los discursos teóricos son esenciales, a fin de que la gente pueda
ver la cadena de verdad, que, eslabón tras eslabón, se une para formar
un todo perfecto; pero ningún discurso debe predicarse jamás sin
presentar a Cristo, y a él crucificado, como fundamento del Evan-
gelio. Los predicadores alcanzarían más corazones si se explayasen
más en la piedad práctica.—
Obreros Evangélicos, 166, 167 (1915)
.
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Predicando a Cristo por experiencia
—Cada mensajero debe-
ría sentir la preocupación de exponer la perfección de Cristo. Cuando
no se presenta el don gratuito de la justicia de Cristo, los discursos
resultan secos e insípidos; y como resultado las ovejas y los corderos
no son alimentados. Pablo dijo: “Ni mi palabra ni mi predicación
fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demos-
tración del Espíritu y de poder”.
1 Corintios 2:4
. En el Evangelio
hay sustancia y fecundidad. Jesús es el centro viviente de todas las
cosas. Poned a Cristo en cada sermón. Espaciaos en las excelencias,