Página 159 - El Evangelismo (1994)

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El mensaje y su presentación
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la misericordia y la gloria de Jesucristo hasta que Cristo se forme
interiormente como la esperanza de gloria...
Reunamos lo que nuestra propia experiencia nos ha revelado
acerca de la excelencia de Cristo, y presentémoslo a otras personas
como una joya preciosa que refulge y brilla. Así es como el pecador
será atraído hacia Aquel que es representado como uno señalado
entre diez mil y todo él codiciable. La cruz del Calvario es para
nosotros una promesa de vida eterna. La fe en Cristo es todo para el
creyente sincero. Los méritos de Jesús borran las transgresiones y
nos visten con el ropaje de la justicia tejido en los telares del cielo.
Se nos presenta la corona de vida como el honor que se dará al
fin del conflicto. Hay que exponer con todo énfasis estas verdades
preciosas.—
The Review and Herald, 19 de marzo de 1895
.
Los temas de nuestros discursos
—Estos son nuestros temas:
Cristo crucificado por nuestros pecados, Cristo resucitado de los
muertos, Cristo nuestro intercesor ante Dios; y estrechamente re-
lacionada con estos asuntos se halla la obra del Espíritu Santo, el
representante de Cristo, enviado con poder divino y con dones para
los hombres.—
Carta 86, 1895
.
Su preexistencia, su venida por segunda vez en gloria y poder, su
dignidad personal, el ensalzamiento de su santa ley, son los temas en
que los predicadores se han espaciado con sencillez y poder.—
Carta
83, 1895
.
Un mensaje afirmativo
—Presentad con voz certera un mensaje
afirmativo. Elevadlo a él, al Hombre del Calvario, cada vez más
arriba. Existe poder en la exaltación de la cruz de Cristo...
Cristo ha de ser predicado, no en forma de controversia, sino en
forma afirmativa. Asumid vuestra posición sin controversia. Que
vuestras palabras no sean inciertas en ningún momento. La Palabra
del Dios viviente ha de ser el fundamento de nuestra fe. Reunid las
más vigorosas declaraciones afirmativas con respecto a la expiación
que Cristo hizo por los pecados del mundo. Mostrad la necesidad
de esta expiación, y decid a los hombres y mujeres que pueden
ser salvos si se arrepienten y vuelven a su lealtad a la ley de Dios.
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Reunid todas las declaraciones afirmativas y las pruebas que hacen
del Evangelio las alegres nuevas de salvación para todos los que
reciben a Cristo y creen en él como su Salvador personal.—
Carta
65, 1905
.