Página 160 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
Sermones como la ofrenda de Caín
—Muchos de nuestros pre-
dicadores se han contentado con hacer meramente sermones, presen-
tando temas de una manera argumentativa, haciendo escasa mención
del poder salvador del Redentor. Su testimonio estaba desprovisto
de la sangre salvadora de Cristo. Su ofrenda se parecía a la de Caín.
Este trajo al Señor los frutos de la tierra, que en sí mismos eran
aceptables a Dios. Los frutos eran muy buenos; pero faltaba la virtud
de la ofrenda: la sangre del cordero inmolado, que representaba la
sangre de Cristo. Así sucede con los sermones sin Cristo. No produ-
cen contrición de corazón en los hombres, ni los inducen a preguntar:
¿Qué debo hacer para ser salvo? Los adventistas del séptimo día
debieran destacarse entre todos los que profesan ser cristianos, en
cuanto a levantar a Cristo ante el mundo.—
Obreros Evangélicos,
156 (1915)
.
De una manera clara y sencilla
—Los pastores necesitan tener
una manera más clara y sencilla de presentar la verdad como es
en Jesús. Su propia mente necesita comprender el gran plan de
salvación más plenamente. Pueden entonces desviar las mentes de
los oyentes de las cosas terrenales y conducirlas a las espirituales y
eternas. Hay muchas personas que necesitan saber qué hacer para
salvarse. Necesitan una explicación clara y sencilla de los pasos y
requisitos de la conversión, y no debe presentarse un solo sermón a
menos que una porción de ese discurso se dedique especialmente a
hacer claro el camino por el que los pecadores pueden acudir a Jesús
y ser salvos. Deben señalarles a Cristo, como lo hizo Juan, y con
conmovedora sencillez, mientras sus corazones arden con el amor de
Cristo, deben decir: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado
del mundo”. Deben hacerse poderosos y fervientes llamamientos al
pecador a arrepentirse y convertirse.—
The Review and Herald, 22
de febrero de 1887
.
La verdad que Jesús reveló
—Enseñad las sencillas lecciones
dadas por Cristo. Relatad la historia de su vida de abnegación y
sacrificio, de su humillación y muerte, de su resurrección y ascensión,
de su intercesión por los pecadores en los atrios celestiales. En
toda congregación hay almas en quienes el espíritu del Señor está
obrando. Ayudadles a comprender lo que es la verdad; repartidles el
pan de vida; llamad su atención a las cuestiones vitales.
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