Página 161 - El Evangelismo (1994)

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El mensaje y su presentación
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Muchas voces están defendiendo el error; defienda la vuestra la
verdad. Presentad temas que sean como verdes pastos para las ovejas
del redil de Dios. No conduzcáis a vuestros oyentes por los yermos,
donde no se hallarán más cerca de la fuente de agua viva que antes
de oíros. Presentad la verdad tal cual es en Jesús, y las exigencias de
la ley y del Evangelio con claridad. Presentad a Cristo, el camino, la
verdad y la vida, y hablad de su poder para salvar a todos los que
se alleguen a él. El Capitán de nuestra salvación está intercediendo
por su pueblo, no como quien, por sus peticiones, quisiera mover al
Padre a compasión, sino como vencedor, que pide los trofeos de su
victoria. El puede salvar hasta lo sumo a todos los que se alleguen a
Dios por su medio. Haced resaltar este hecho.
A menos que los predicadores estén en guardia, ocultarán la
verdad bajo los adornos humanos, Ningún predicador suponga que
puede convertir almas por sermones elocuentes. Los que enseñan a
otros deben pedir a Dios que los llene de su Espíritu, y los habilite
para elevar a Cristo como única esperanza del pecador. Los discursos
floridos, cuentos agradables, o anécdotas impropias no convencen al
pecador. Los hombres escuchan las tales palabras como escucharían
un canto placentero. El mensaje que el pecador debe oír es: “De tal
manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para
que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Juan 3:16
.—
Obreros Evangélicos, 161, 162 (1915)
.
El amor de Cristo elevado
—A fin de quebrantar las barreras
de prejuicio e impenitencia, el amor de Cristo debe ocupar un lugar
en todo discurso. Haced que los hombres conozcan cuánto los ama
Jesús, y qué evidencias ha dado él de su amor. ¿Qué amor puede
igualar a aquel que Dios ha manifestado para con el hombre, por
medio de la muerte de Cristo en la cruz? Cuando el corazón está
lleno del amor de Jesús, éste puede presentarse a la gente, y afectará
los corazones.—
Carta 48, 1886
.
La cruz debe ser el fundamento de todo discurso
—El sacri-
ficio de Cristo como expiación del pecado es la gran verdad en
derredor de la cual se agrupan todas las otras verdades. A fin de
ser comprendida y apreciada debidamente, cada verdad de la Pa-
labra de Dios, desde el Génesis al Apocalipsis, debe ser estudiada
a la luz que fluye de la Cruz del Calvario. Os presento el magno
y grandioso monumento de la misericordia y regeneración, de la