El mensaje y su presentación
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tos de menor importancia, y presenten las verdades que decidirán el
destino de las almas.—
Obreros Evangélicos, 154 (1915)
.
Verdades que conciernen a todos los que viven hoy en día
—
Hemos de proclamar al mundo las grandes y solemnes verdades del
Apocalipsis. Estas verdades han de entrar en la misma trama y prin-
cipios de la iglesia de Dios. Se pronuncia una bendición sobre los
que prestan la debida consideración a esta comunicación. La bendi-
ción es prometida para estimular el estudio de este libro. De ninguna
manera hemos de cansarnos de estudiarlo debido a sus símbolos
aparentemente místicos. Cristo puede darnos comprensión...
Debe haber un estudio más completo y más diligente del Apoca-
lipsis, y una presentación más fervorosa de las verdades que contie-
ne: verdades que conciernen a todos los que viven en estos últimos
días.—
Manuscrito 105, 1902
.
Un mensaje para todo el mundo
—La visión que Cristo le
presentó a Juan, en la cual aparecen los mandamientos de Dios y
la fe de Jesús, ha de ser definidamente proclamada a toda nación,
pueblo y lengua. Las iglesias, representadas por Babilonia, aparecen
como caídas de su estado espiritual, para convertirse en un poder
perseguidor contra los que guardan los mandamientos de Dios y
tienen el testimonio de Jesucristo. A Juan le fue presentado este
poder perseguidor como una bestia que tenía cuernos semejantes a
los de un cordero, pero que hablaba como dragón.—
Testimonios
para los Ministros, 117 (1896)
.
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La respuesta de la congregación
—Las reuniones del Hno. -----
contaban con buena asistencia, y la gente escuchaba sus palabras
con enorme interés; el interés duró desde el principio hasta el fin.
Con su Biblia en su mano y fundamentando todos sus argumentos en
la Palabra de Dios, el Hno. ----- les presentó las profecías de Daniel
y el Apocalipsis. Sus propias palabras fueron pocas, porque hizo
que las Escrituras mismas explicaran la verdad al pueblo. Después
de presentarles la verdad, el pastor ----- pedía que la congregación
expresase sus opiniones. El decía: “Ahora, las personas que han cap-
tado la verdad de lo que estoy diciendo, sírvanse levantar la mano”.
Y en respuesta a esto muchas se levantaron. Puedo presentaros tan
sólo inadecuadamente el interés que su obra a suscitado.—
Carta
400, 1906
.