Página 177 - El Evangelismo (1994)

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El mensaje y su presentación
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lágrimas, pero sus corazones no son quebrantados. El Señor Jesús
ha estado presente cuando han estado dando aquello que llamaban
sermones, pero sus palabras estaban destituidas del rocío y de la
lluvia del cielo. Evidenciaban que los ungidos (“hijos de aceite”)
descriptos por Zacarías (véase el
capítulo 4
) no les habían ministrado
para que ellos pudieran ministrar a otros. Cuando los hijos de aceite
se vaciaban a través de los canales de oro, el aceite dorado manaba
de ellos hacia los vasos de oro, para fluir hacia las lámparas, las
iglesias. Esta es la obra de todo verdadero y consagrado siervo del
Dios viviente. El Señor Dios del cielo no puede aprobar mucho de
lo que traen al púlpito aquellos que profesan hablar la Palabra del
Señor. No inculcan ideas que serán una bendición para los que la
escuchan. Hay forraje barato, muy barato colocado ante el pueblo.—
Testimonios para los Ministros, 342 (1896)
.
Fuego extraño
—El objeto de vuestras labores ministeriales no
es divertir. No es presentar tan sólo información, no es meramente
convencer el intelecto. La predicación de la Palabra debe apelar
al intelecto e impartir conocimiento, pero abarca mucho más que
esto. El corazón del ministro debe alcanzar los corazones de los
oyentes. Algunos han adoptado un estilo de predicación que no tiene
la debida influencia...
El pastor está usando fuego extraño cuando mezcla la presen-
tación de relatos con sus discursos... Tenéis hombres de toda clase
de intelecto a los cuales hacer frente, y cuando tratáis con la Sa-
grada Palabra, debéis manifestar fervor, respeto y reverencia. No
se produzca sobre mente alguna la impresión de que sois oradores
vulgares y superficiales. Erradicad los cuentos de vuestros discursos.
Predicad la Palabra. Habríais tenido más gavillas para el Maestro
si hubierais predicado constantemente la Palabra. Poco entendéis
la gran necesidad y el anhelo del alma. Algunos están luchando a
brazo partido con la duda; se hallan casi en la desesperación, casi
sin esperanza...
[157]
Dios es ofendido cuando sus representantes descienden al uso
de palabras triviales y frívolas. La causa de la verdad es deshonrada.
Los hombres juzgan a todo el ministerio por el hombre a quien
escuchan, y los enemigos de la verdad sacarán el máximo provecho
de sus errores.—
Carta 61, 1896
.