Página 178 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
Hambre por el pan de vida
—Guarde sus anécdotas para Ud.
mismo. La gente no siente en su alma hambre por ellas, sino que ne-
cesita el pan de vida, la Palabra que vive y permanece para siempre.
¿Qué es la paja en comparación con el trigo?—
Carta 61, 1896
.
Muchos pierden la convicción a causa de las vulgaridades
Después que se ha hecho buena obra, los que han sido despertados
a un sentido del pecado, deben ser enseñados a asirse del brazo
del Señor. Pero si las buenas impresiones no se siguen cultivando
con esfuerzos verdaderos y fervientes, no se realiza ningún bien
permanente. El resultado podría ser muy diferente, si el deseo de
diversión no distrajera la mente de la contemplación de las cosas
serias...
Las cosas dichas para divertir no deben ser entretejidas con
la instrucción de las Escrituras. Cuando se hace esto los oyentes,
divertidos por alguna vulgaridad, pierden la carga de la convicción.
La oportunidad pasa y nadie es atraído por las cuerdas del amor
hacia el Salvador.—
Manuscrito 83, 1901
.
Rehuid las expresiones vulgares y comunes
—Los mensajes
de verdad han de mantenerse enteramente libres de las palabras
vulgares y comunes. Así se harán fuertes impresiones sobre el cora-
zón. No alberguen nuestros ministros la idea de que deben presentar
algo nuevo y extraño, o que las expresiones vulgares y comunes les
darán gran influencia. Los pastores han de ser portavoces de Dios,
y deben erradicar de su discurso toda expresión que sea vulgar o
común. Sean cuidadosos, no sea que por intentar hacer reír durante
su discurso, deshonren a Dios.
Nuestro mensaje es solemne y sagrado, y debemos velar en
oración. Las palabras pronunciadas deben ser de tal carácter que por
medio de ellas Dios pueda hacer una impresión sobre el corazón
y la mente. Santifíquense por medio de la verdad los ministros del
Evangelio.—
Carta 356, 1906
.
Falsas pruebas y normas de fabricación humana
Enseñad las verdades fundamentales
—Los que quieren tra-
bajar en palabra y en doctrina, deben estar firmemente establecidos
en la verdad antes de ser autorizados a salir al campo a enseñar a
otros. La verdad, pura y sin adulteración, debe ser presentada a la