Página 202 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
La pobreza está por sobrecoger a este mundo, y habrá un tiempo
de angustia como nunca ha habido hasta ahora. Habrá guerras y
rumores de guerra, y la palidez invadirá los rostros de los hombres.
Puede ser que Ud. tenga que sufrir angustia; puede ser que algunas
veces pase hambre; pero Dios no lo olvidará en su sufrimiento. El
probará su fe. No debemos vivir para agradarnos. Estamos aquí para
dar a conocer a Cristo al mundo, para representarlo a él y su poder
ante la humanidad.—
Manuscrito 37, 1894
.
Es tiempo de confiar en la Palabra
—En el desierto, cuando
todos los medios de sustento se habían agotado, Dios envió a su
pueblo maná del cielo, y esto en una provisión suficiente y constante.
Dicha provisión había de enseñarles que mientras confiasen en Dios
y anduviesen en sus caminos, él no los abandonaría. El Salvador
puso ahora en práctica la lección que había enseñado a Israel. La
palabra de Dios había dado socorro a la hueste hebrea, y la misma
palabra se lo daría también a Jesús. Esperó el tiempo en que Dios
había de traerle alivio. Se hallaba en el desierto en obediencia a Dios,
y no iba a obtener alimentos siguiendo las sugestiones de Satanás.
En presencia del universo, atestiguó que es menor calamidad sufrir
lo que venga, que apartarse en un ápice de la voluntad de Dios.
“No con sólo el pan vivirá el hombre, mas con toda palabra
que sale de la boca de Dios”. Muchas veces el que sigue a Cristo
se ve colocado donde no puede servir a Dios y llevar adelante sus
empresas mundanales. Tal vez le parezca que la obediencia a algún
claro requerimiento de Dios le privará de sus medios de sostén.
Satanás quisiera hacerle creer que debe sacrificar las convicciones
de su conciencia. Pero lo único en que podemos confiar en este
mundo es la Palabra de Dios. “Buscad primeramente el reino de
Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
Mateo 6:33
.
Aun en esta vida, no puede beneficiarnos el apartarnos de la voluntad
de nuestro Padre celestial. Cuando aprendamos a conocer el poder
de su palabra no seguiremos las sugestiones de Satanás para obtener
alimento o salvarnos la vida. Lo único que preguntaremos será:
¿Cuál es la orden de Dios, y cuál es su promesa? Conociéndolas,
obedeceremos la primera y confiaremos en la segunda.—
El Deseado
de Todas las Gentes, 96, 97 (1898)
.
Un llamado a uno que está en el valle de la decisión
—El
enemigo le ha estado diciendo que espere una oportunidad más con-