Página 224 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
La instrucción de los nuevos conversos acerca de la idolatría
del vestido
—Uno de los puntos acerca de los cuales los recién con-
vertidos a la fe necesitarán instrucción, es el asunto de la indumenta-
ria. Obrese fielmente con los nuevos conversos. ¿Son vanidosos en
el atavío? ¿Albergan orgullo en su corazón? La idolatría del atavío
es una enfermedad moral. No debe ser introducida en la nueva vida.
En la mayoría de los casos, la sumisión a los requerimientos del
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Evangelio exigirá un cambio decidido en la manera de vestir.
No debe haber negligencia al respecto. Por amor a Cristo, cuyos
testigos somos, debemos tratar de sacar el mejor partido de nuestra
apariencia. En el servicio del tabernáculo, Dios explicó todo detalle
concerniente a las vestiduras de los que ministraban delante de
él. Esto nos enseña que él tiene una preferencia con respecto a
la indumentaria de los que le sirven. Fueron muy específicas las
instrucciones dadas acerca de las vestiduras de Aarón, porque eran
simbólicas. Así la indumentaria de los que siguen a Cristo, debe
ser simbólica. En todas las cosas, hemos de ser representantes de
él. Nuestra apariencia en todo respecto debe caracterizarse por el
aseo, la modestia y la pureza. Pero la Palabra de Dios no sanciona el
hacer cambios en el atavío meramente por seguir la moda, a fin de
conformarse al mundo. Los cristianos no han de adornar su persona
con atavíos costosos o adornos caros.
Las palabras de la Escritura acerca de la indumentaria deben ser
consideradas cuidadosamente. Necesitamos comprender lo que el
Señor del cielo aprecia, aun en lo referente a vestir el cuerpo. Todos
los que busquen sinceramente la gracia de Cristo, escucharán las
preciosas palabras de instrucción inspiradas por Dios. Aun el modo
de ataviarnos expresará la verdad del Evangelio.
Todos los que estudian la vida de Cristo y practican sus ense-
ñanzas, vendrán a ser como Cristo. Su influencia será como la de
él. Revelarán integridad de carácter. Mientras andan en la humilde
senda de la obediencia, haciendo la voluntad de Dios, ejercen una
influencia que se hace sentir en favor del progreso de la causa de
Dios y la sana pureza de su obra. En estas almas cabalmente conver-
tidas, el mundo debe ver un testimonio del poder santificador de la
verdad sobre el carácter humano.—
Joyas de los Testimonios 2:393,
394 (1900)
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