Página 228 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
Los ritos de la iglesia
Los dos pilares monumentales
—Los ritos del bautismo y la
Cena del Señor son dos pilares monumentales, uno que está dentro y
otro que está fuera de la iglesia. Sobre estos ritos Cristo ha inscripto
el nombre del verdadero Dios.—
Manuscrito 27, 1900
.
La Cena del Señor como monumento conmemorativo cons-
tante
—Los símbolos de la casa del Señor son sencillos y fácilmente
comprensibles, y las verdades representadas por ellos son del más
profundo significado para nosotros. Al establecer el servicio sacra-
mental para que tomara el lugar de la pascua, Cristo dejó para su
iglesia un monumento conmemorativo de su gran sacrificio por el
hombre. “Haced esto—dijo él—en memoria de mí”. Este era el
punto de transición entre dos dispensaciones y sus dos grandes fies-
tas. La una había de concluir para siempre; la otra, que él acababa
de establecer, había de tomar su lugar, y continuar durante todo el
tiempo como el monumento conmemorativo de su muerte.—
The
Review and Herald, 22 de junio de 1897
.
El lavamiento de los pies es más que una formalidad
—No
consideremos los ritos de la casa del Señor nada más que como una
forma...
El ha instituido este servicio para que nos llame la atención
continuamente hacia el amor de Dios que se ha manifestado por
nosotros... Este servicio no puede repetirse sin que un pensamiento
se relacione con otro. En esta forma, una cadena de pensamientos
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trae recuerdos de bendiciones, de bondad y de favores recibidos de
amigos y de hermanos. El Espíritu Santo, con su poder vivificador
presenta la ingratitud y la falta de amor que han surgido de la odiosa
raíz de amargura. El Espíritu de Dios trabaja en las mentes humanas.
Se recuerdan los defectos de carácter, el descuido de los deberes
y la ingratitud hacia Dios, y los pensamientos son puestos bajo la
dirección de Cristo.—
The Review and Herald, 7 de junio de 1898
.
La preparación del corazón
—En los primeros días del movi-
miento adventista, cuando nuestros miembros eran pocos, la cele-
bración de los ritos constituía una ocasión sumamente provechosa.
El viernes antes de ese acontecimiento, cada miembro de iglesia se
esforzaba por remediar todo aquello que tendiera a separarlo de los
hermanos y de Dios. Se efectuaba una cuidadosa investigación del