Página 236 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
aquel tiempo se dirá a Jerusalén: No temas; Sion, no se debiliten tus
manos”.
Sofonías 3:16
. Tan sólo tened fe. Orad y creed, y veréis la
salvación de Dios.—
Carta 126, 1896
.
Llamamientos e invitaciones de altar
Instese a las almas a decidirse
—Es la obra del Espíritu San-
to convencer a las almas de su necesidad de Cristo. Muchos están
convencidos de pecado, y sienten su necesidad de un Salvador que
perdona el pecado; pero están meramente insatisfechos con sus ob-
jetivos y blancos, y si no hay una aplicación resuelta de la verdad a
sus corazones, si no se hablan las palabras en el momento debido,
invitándolos a la decisión ante el peso de la evidencia ya presentada,
los convictos siguen adelante sin indentificarse con Cristo, se desva-
nece la áurea oportunidad, y no se han entregado, y se apartan más
y más de la verdad, se apartan de Jesús y nunca hacen su decisión
por la causa del Señor.
El ministro no ha de presentar ahora la Palabra de Dios de una
manera tal que meramente convenza de pecado en una forma general,
sino que ha de elevar a Cristo ante sus oyentes. Lo que Cristo pide
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de ellos ha de hacerse claro. La gente ha de ser instada a decidirse
precisamente ahora, a colocarse del lado del Señor.—
Carta 29, 1890
.
Hay que asegurar la respuesta de los oyentes
—El pastor -----
ha tenido un éxito admirable en esta serie de reuniones. Su método ha
consistido en hacer que la Biblia se explique a sí misma; y el Espíritu
Santo ha convencido a muchos corazones acerca de la verdad. A
la gente no le queda otro recurso que aceptar un claro “Así dice
Jehová”... Ha presentado sus conferencias únicamente en la noche,
después que los hombres salen de sus trabajos y están en condiciones
de asistir. Después de unas pocas semanas presentó el sábado, y una
vez más hizo que la Biblia respaldara cada declaración.
La primera reunión en la que se habló del sábado se llevó a cabo
en la carpa grande. Después de que el pastor hubo terminado de
hablar, se realizó una reunión social en la que pidió que se pusiesen
de pie todos los que estaban convencidos de la verdad y que habían
decidido obedecer la Palabra de Dios. Cincuenta personas respon-
dieron; se anotaron sus nombres y se fijó la fecha para una reunión