Página 244 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
una simpatía entre el cielo y nosotros, una simpatía santa y elevada.
Nos acercamos un poco más al cielo, a las huestes angelicales y a
Jesús. Empeñémonos, pues, en esta obra con todas nuestras energías.
No os canséis de la obra. Dios nos ayudará. Los ángeles nos
ayudarán; porque éste es su trabajo, y constituye precisamente la
obra con la cual están tratando de inspirarnos...
Se trata de una obra de la cual debéis haceros cargo con fervor; y
cuando encontréis una oveja errante, llamadla al redil; y no la dejéis
a menos que la veáis reintegrada con seguridad allí. Permita el cielo
que el Espíritu que estaba en nuestro divino Señor descanse sobre
nosotros. Esto es lo que queremos. El nos dice: “Que os améis los
unos a los otros, como yo os he amado”. Id a buscar la oveja perdida
de la casa de Israel.—
Manuscrito 141
.
Asíos de Cristo y atraed a los hombres
—Con una mano los
obreros deben asirse de Cristo, mientras que con la otra deben tomar
a los pecadores y acercarlos al Salvador.—
The Review and Herald,
10 de septiembre de 1903
.
Tened fe y esperanza, y atraed, sí,
atraed
a las almas al banquete
evangélico.—
Carta 112, 1902
.
Puede ser que no los alcancéis más
—Es tanto nuestro deber
de preocuparnos por los interesados de un congreso después que
termina, como velar por los que surgen durante su transcurso, porque
la próxima vez que vayáis, si ellos estaban impresionados y conven-
cidos y no se rindieron a esa convicción, os resultará más difícil que
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antes hacer una impresión en su mente, y no los podréis alcanzar de
nuevo.—
Manuscrito 19b, 1890
.
Es difícil obtener la decisión ahora
—En nuestros días es un
asunto difícil hacer que los que profesan creer la verdad posean un
conocimiento experimental de su poder vitalizador y santificador.
Esto ha sido experimentado en los años pasados, pero la forma ha
ocupado el lugar del poder, y su sencillez se ha perdido en una rutina
de ceremonias.—
Manuscrito 104, 1898
.
Una parábola sobre la cosecha
—En un sueño que tuve el 29 de
septiembre de 1886, andaba yo con un numeroso grupo de personas
que buscaban fresas... Así transcurrió el día, y se hizo muy poco. Al
fin dije:
—Hermanos, Uds. dirán que esta excursión no ha tenido éxito.
Si trabajan así, no me extraña que no lo obtengan. El éxito o fracaso