Página 28 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
invisibles causarán destrucción, devastación y muerte. Todas las
riquezas acumuladas serán como la nada...
Acontecerán calamidades, calamidades de lo más pavorosas, de
lo más inesperadas; y estas destrucciones se seguirán la una a la
otra. Si se presta atención a las amonestaciones que Dios ha dado, y
si las iglesias se arrepienten y regresan a la lealtad, entonces otras
ciudades serán perdonadas por un tiempo. Pero si los hombres que
han sido engañados continúan en el mismo camino en el cual han
estado andando, sin prestar atención a la ley de Dios y presentando
falsedades ante el pueblo, Dios les permite sufrir calamidades, para
que sus sentidos sean despertados...
El Señor no desechará repentinamente a los transgresores o
destruirá a naciones enteras; sino que castigará a ciudades y lugares
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donde los hombres se han prestado para ser poseídos por los agentes
satánicos. Las ciudades de las naciones serán tratadas con estrictez, y
sin embargo, no serán visitadas con la extrema indignación de Dios,
porque algunas almas renunciarán a los engaños del enemigo, y se
arrepentirán y convertirán, mientras que las masas estarán atesorando
ira para el día de la ira.—
Manuscrito 35, 1906
.
Hay que despertar a la gente
—Estando en Loma Linda, Ca-
lifornia, el 16 de abril de 1906, pasó delante de mí una de las más
asombrosas escenas. En una visión de la noche, yo estaba sobre una
altura desde donde veía las casas sacudirse como el viento sacude
los juncos. Los edificios, grandes y pequeños, se derrumbaban. Los
sitios de recreo, los teatros, hoteles, y palacios suntuosos eran con-
movidos y derribados. Muchas vidas eran destruidas y los lamentos
de los heridos y aterrorizados llenaban el espacio.
Los ángeles destructores, enviados por Dios, estaban obrando.
Un simple toque, y los edificios construidos tan sólidamente que
los hombres los tenían por resguardados de todo peligro quedaban
reducidos a un montón de escombros. Ninguna seguridad había en
parte alguna. Personalmente, no me sentía en peligro, pero no puedo
describir las escenas terribles que se desarrollaron ante mi vista. Era
como si la paciencia de Dios se hubiese agotado y hubiese llegado
el día del juicio.
Entonces el ángel que estaba a mi lado me dijo que muy pocas
personas se dan cuenta de la maldad que reina en el mundo hoy,
especialmente en las ciudades grandes. Declaró que el Señor ha