Página 29 - El Evangelismo (1994)

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Las masas de la población metropolitana
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fijado un tiempo cuando su ira castigará a los transgresores por su
persistente menoscabo de su ley.
Aunque terrible, la escena que pasó ante mis ojos no me hizo
tanta impresión como las instrucciones que recibí en esa ocasión.
El ángel que estaba a mi lado declaró que la soberanía de Dios, el
carácter sagrado de su ley, deben ser manifestados a los que rehúsan
obstinadamente obedecer al Rey de reyes. Los que prefieran quedar
infieles habrán de ser heridos por los juicios misericordiosos, a fin
de que, si posible fuere, lleguen a percatarse de la culpabilidad de
su conducta.—
Joyas de los Testimonios 3:329, 330 (1909)
.
Visión de una terrible destrucción
—En la mañana del viernes
pasado, justamente antes de despertar, se me presentó una escena
sumamente impresionante. Tuve la sensación de que despertaba
del sueño en un lugar que no era mi casa. Desde las ventanas veía
una terrible conflagración. Grandes bolas de fuego caían sobre las
casas, y de ellas salían dardos encendidos que volaban en todas
direcciones. Era imposible apagar los incendios que se producían,
y muchos lugares estaban siendo destruidos. El terror de la gente
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era indescriptible. Desperté después de cierto tiempo y descubrí que
estaba en mi hogar.—
Carta 278, 1906
.
Las ciudades populosas serán barridas
—En todas partes hay
hombres que deberían ocuparse en el ministerio activo y dar el
último mensaje de amonestación a un mundo caído. Aún no se ha
realizado la obra que desde hace mucho tiempo ha debido llevarse a
cabo para ganar almas para Cristo. Se ha descuidado cruelmente a
los habitantes de las ciudades impías que dentro de tan poco tiempo
serán visitadas por calamidades. Falta poco para que las grandes
ciudades sean barridas, de manera que todos deben ser amonestados
acerca de la inminencia de estas calamidades. ¿Pero quién pone en
el cumplimiento de esta obra el celo sincero que Dios requiere?...
Actualmente no se realiza ni la milésima parte de lo que debería
efectuarse en la tarea de trabajar en las ciudades, y de lo que se
haría si los hombres y las mujeres cumplieran cabalmente con su
deber.—
Manuscrito 53, 1910
.
Destrucción de millares de ciudades
—¡Ojalá que el pueblo de
Dios tuviera una noción de la destrucción inminente de millares
de ciudades, ahora casi entregadas a la idolatría!—
The Review and
Herald, 10 de septiembre de 1903
.