Página 288 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
pero si no vence sus rasgos de carácter contrarios al cristianismo,
esas espinas crecen y se fortalecen y matan las preciosas gracias del
espíritu. Las espinas que hay en el corazón deben ser desarraigadas
y echadas afuera porque el bien y el mal no pueden crecer en el
corazón al mismo tiempo. Las inclinaciones humanas y los deseos
no santificados deben ser suprimidos de la vida como estorbos para
el crecimiento cristiano.—
Carta 13, 1902
.
Reprobad y exhortad
—Hay una obra pastoral que hacer, y ésta
significa reprobar y exhortar con toda longanimidad y doctrina; esto
implica que él debe presentar la Palabra de Dios, para mostrar dónde
hay deficiencias. Si hay algo en el carácter de los profesos seguidores
de Cristo, el pastor debe sentir ciertamente la preocupación por ello,
y no mandar despóticamente sobre la herencia de Dios. El tratar con
mentes humanas es la tarea más hermosa que jamás fuera confiada
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al hombre mortal.—
Manuscrito 13, 1888
.
Convertid a menudo la reunión del sábado en una clase bí-
blica
—Se me ha presentado repetidamente el hecho de que debe
haber menos sermones por parte de los ministros que actúan me-
ramente como pastores locales de las iglesias, realizándose más
esfuerzos personales. Nuestros hermanos no deben llegar a pen-
sar que necesitan un sermón cada sábado. Muchos que escuchan
frecuentemente sermones, aun cuando la verdad les sea presentada
claramente, aprenden tan sólo poco. A menudo sería más prove-
choso si las reuniones del sábado tuvieran el carácter de una clase
de estudio bíblico. La verdad bíblica debe ser presentada de una
manera tan sencilla e interesante, que todos puedan comprenderla
fácilmente y captar los principios de la salvación.—
Carta 192, 1906
.
Se necesita más que sermones
—Un ministro es una persona
que sirve. Si circunscribís vuestra obra a los sermones, el rebaño de
Dios sufrirá; porque necesita esfuerzo personal. Sean cortos vuestros
discursos. Los sermones largos cansan, tanto a vosotros como al
público. Si los ministros redujeran la duración de sus sermones a la
mitad, harían más bien y les quedarían fuerzas para la obra personal.
Visitad a las familias, orad por ellas, conversad con ellas, escudri-
ñad las Escrituras con ellas, y les haréis bien. Dadles evidencia de
que buscáis su prosperidad y que queréis que sus miembros sean
cristianos sanos.—
Manuscrito 8a, 1888
.