La confirmación y retención de los nuevos conversos
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Usad el incensario del amor fragante
—Los obreros del Señor
necesitan el amor de Jesús que ablanda los corazones Viva todo
pastor como hombre entre los hombres. Siguiendo métodos bien
regulados, vaya de casa en casa, llevando siempre el incensario de
la fragante atmósfera del amor del cielo. Anticipaos a los pesares,
las dificultades y los problemas de los demás. Entrad en los gozos y
en los cuidados, tanto de los encumbrados como de los humildes, de
los ricos como de los pobres.—
Carta 50, 1897
.
La predicación para los niños
—En toda oportunidad adecuada
repítase la historia de Jesús a los niños. En cada sermón, resérveseles
un pequeño rincón. El siervo de Cristo puede hacerse amigos per-
manentes de estos pequeñuelos. No pierda él ninguna oportunidad
de ayudarlos a hacerse más entendidos en el conocimiento de las
Escrituras. Esto logrará más de lo que nos damos cuenta para cerrar
el paso a las tretas de Satanás. Si los niños llegan a familiarizarse
temprano con las verdades de la Palabra de Dios, ello erigirá una
barrera contra la impiedad, y podrán hacer frente al enemigo con las
palabras: “Escrito está”.—
Obreros Evangélicos, 220 (1915)
.
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La dedicación de los niños
—No olvide el pastor de animar a
los preciosos corderos del rebañó. Cristo, la majestad del cielo, dijo:
“Dejad a los niños, y nos les impidáis de venir a mí; porque de los
tales es el reino de los cielos”. Jesús no mandó a los niños a los
rabinos; no los mandó a los fariseos, porque sabía que estos hombres
les enseñarían a rechazar a su mejor Amigo. Las madres que trajeron
a sus hijos a Jesús, hicieron bien. Recordad el texto: “Dejad a los
niños, y no les impidáis de venir a mí; porque de los tales es el reino
de los cielos”. Dirijan hoy las madres a sus hijos a Cristo. Tomen los
ministros del Evangelio a los niñitos en sus brazos, y bendíganlos en
él nombre de Jesús. Háblense a los pequeños palabras del más tierno
amor; pues Jesús tomó a los corderitos del rebaño en sus brazos, y
los bendijo.—
The Review and Herald, 24 de marzo de 1896
.
Sermones para los visitantes
—Cuando en el lugar donde se
realiza el culto hay presentes hombres eruditos, estadistas y así
llamadas personas honorables, el pastor piensa que debe ofrecerles
un convite intelectual; pero al tratar de hacerlo, pierde la preciosa
oportunidad de enseñar lecciones que fueron presentadas por el
Maestro más destacado que el mundo haya conocido. Todas las
congregaciones de nuestro país necesitan conocer más acerca de