Página 303 - El Evangelismo (1994)

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La confirmación y retención de los nuevos conversos
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y explicarlas a los demás.—
The Review and Herald, 3 de abril de
1888
.
Nuestros libros son una gran ayuda para establecer a los
nuevos creyentes
—Muchos se apartarán de la fe y prestarán oído
a espíritus seductores.
Patriarcas y Profetas, y El Conflicto de los
Siglos,
son libros que están especialmente adaptados a los recién
llegados a la fe, para que sean establecidos en la verdad. Se puntuali-
zan los peligros que deben ser evitados por parte de las iglesias. Los
que se familiarizan cabalmente con las lecciones que hay en estos
libros verán los peligros que están ante ellos, y podrán discernir el
sencillo y recto sendero que les es señalado. Serán guardados de los
senderos extraños. Harán sendas derechas para sus pies, no sea que
el cojo salga fuera del camino.
En
El Deseado de Todas las Gentes, Patriarcas y Profetas, El
Conflicto de los Siglos, y Daniel y el Apocalipsis,
hay instrucción pre-
ciosa. Estos libros deben ser considerados como de una importancia
especial, y debe efectuarse todo esfuerzo posible para presentarlos a
la gente.—
Carta 229, 1903
.
Ejérzase buen juicio al tratar con los nuevos miembros
Los actos precipitados y la falta de consideración revelan la falta de
juicio e inducen a errores. Pero lo que más ha de lamentarse es que
los jóvenes conversos serán perjudicados por esta influencia, y su
confianza en la causa de Dios se verá conmovida. Oremos porque
cuando llegue el tiempo de obrar, podamos estar listos.—
Carta 16,
1907
.
Trabajemos por los descarriados
Cuidado con la apostasía
—Hay que preocuparse cuidadosa-
mente de la educación de los recién convertidos. No hay que de-
jarlos abandonados a sí mismos porque pueden ser descarriados
por enseñanzas falsas, y porque pueden ir por sendas erradas. Estén
constantemente en guardia los centinelas, para que las almas no
sean engañadas por suaves palabras, por discursos hermosos y por
sofisterías. Enseñad fielmente todo lo que Cristo ha ordenado. Cada
persona que recibe a Cristo debe ser enseñada a obrar como una
parte en la gran obra que debe realizarse en nuestro mundo.—
Carta
279, 1905
.