Página 309 - El Evangelismo (1994)

Basic HTML Version

La confirmación y retención de los nuevos conversos
305
debe llegar a ser una conciencia para otro o instarlo y presionarlo
para que se bautice por segunda vez.
Este es un tema acerca del cual cada individuo debe decidir con-
cienzudamente en el temor de Dios. Este tema debe ser presentado
cuidadosamente con espíritu de ternura y amor. Además, el deber de
instar pertenece, no a uno, sino a Dios; dad a Dios una oportunidad
de obrar con su Santo Espíritu sobre la mente, de manera que el
individuo se convenza perfectamente y esté satisfecho de dar este
paso avanzado. No se permitirá que sobrevenga nunca el espíritu de
controversia y contención sobre este asunto. No quitéis la obra del
Señor de sus manos para ponerla en las vuestras. Si se trata debida-
mente con los que con toda conciencia han hecho su resolución en
favor de los mandamientos de Dios, aceptarán toda verdad esencial.
Pero se necesita sabiduría para tratar con la mente humana. Algunos
necesitarán más tiempo que otros para ver y comprender algunas
verdades conexas. Esto será especialmente cierto con respecto al
asunto del nuevo bautismo, pero hay una mano divina que los con-
duce: un espíritu divino impresiona sus corazones, y ellos sabrán
qué deben hacer, y lo harán.
Ninguno de nuestros celosos hermanos dé a este asunto más
importancia de la que tiene. Estarán en peligro de anticiparse al
Señor, erigiendo para otros pruebas que el Señor no les ha ordenado
que establecieran. No es la obra de ninguno de nuestros maestros
instar a alguien a bautizarse de nuevo. Es problema de ellos presentar
los grandes principios de las verdades bíblicas; especialmente es
éste el caso con respecto al nuevo bautismo. Permitid, pues, que
Dios haga la obra de convencer la mente y el corazón...
Toda alma honrada que acepta el sábado del cuarto mandamien-
to verá y comprenderá su deber a su debido tiempo. Pero exigirá
tiempo en el caso de algunos. No es un asunto que haya de ser
presentado como una exigencia para los recién venidos a la verdad,
sino que este tema obrará como una levadura. El proceso será lento
[275]
y silencioso, pero hará su obra, si nuestros hermanos que ministran
no son demasiado rápidos y echan a perder el propósito de Dios.
Los que por mucho tiempo han considerado este tema, lo ven
completamente claro, y piensan que todos los demás deben verlo
exactamente como ellos lo ven. No consideran que para los recién
venidos a la fe, este asunto significa, en apariencia, negar toda su