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El Evangelismo
pero aunque la lógica no los conmueva, ni pueda convencerlos, el
amor de Cristo, revelado en el ministerio personal, puede ablandar
el terreno pedregoso del corazón, de modo que puedan arraigarse en
él las semillas de verdad.—
Obreros Evangélicos, 193 (1915)
.
Lugares para ser trabajados y no meramente para predi-
car
—Las ciudades han de ser trabajadas y no ha de predicárseles
meramente; ha de hacerse trabajo de casa en casa. Después que se
ha dado la amonestación, después que se ha presentado la verdad de
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las Escrituras, muchas almas serán convencidas.—
The Review and
Herald, 14 de octubre de 1902
.
Menos sermones y más obra personal
—Si se sermoneara la
mitad de lo que ahora se hace, y se duplicara la cantidad de trabajo
personal dedicado a las almas en sus hogares y en las congregaciones,
se vería un resultado que sería sorprendente.—
Manuscrito 139,
1897
.
Oportunidades perdidas
—Cuando se descuida la obra perso-
nal, se pierden muchas oportunidades preciosas, que, si se aprovecha-
sen, harían progresar decididamente la obra.—
Obreros Evangélicos,
377 (1915)
.
Almas que perecen por falta de trabajo personal
—Podemos
hablar palabras de ánimo a las personas con quienes nos encontra-
mos. “Una palabra hablada a su tiempo, ¡cuán buena es!” Las almas
perecen por falta de trabajo personal.—
Carta 151, 1903
.
Instando a tiempo y fuera de tiempo
—El predicador debe ins-
tar a tiempo y fuera de tiempo, y debe estar listo para aprovechar
cada oportunidad de promover la obra de Dios. “Instar a tiempo”
significa estar alerta a los privilegios de la casa de culto y de la
hora del culto, y a las oportunidades cuando los hombres conver-
san sobre temas religiosos. “Instar fuera de tiempo” significa estar
listos cuando se está junto al fogón, en el campo, junto al camino,
y en el mercado, para dirigir las mentes de los hombres, en forma
conveniente, a los grandes temas de la Biblia, y con un espíritu
tierno y fervoroso presentarles los derechos de Dios. Se permite que
muchísimas oportunidades similares se pierdan sin aprovecharlas,
porque los hombres están persuadidos de que éstas se presentan
fuera de tiempo. ¿Pero quién sabe cuál podría ser el efecto de una
exhortación adecuada a la conciencia?—
Obreros Evangélicos, 194,
195 (1915)
.