Página 364 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
No debe confiarse a los ayudantes
—Debemos echar mano de
toda oportunidad para hacer trabajo personal. La labor personal debe
efectuarse, aun a costa de reducir la obra de predicación...
Esta parte de la obra pastoral no ha de descuidarse o confiarse
a la esposa o a alguna otra persona. Debéis educaros y enseñaros a
vosotros mismos a visitar cada familia a la cual podáis tener acceso.
Los resultados de esta obra testificarán de que es el trabajo más
provechoso que un ministro del Evangelio puede hacer.
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Si descuida esta obra, el visitar a la gente en sus hogares, es un
pastor infiel, y la reprobación divina lo alcanza. Su obra no está
hecha ni a medias. Si se hubiera dedicado al trabajo personal, se
habría hecho una gran obra y muchas almas se hubieran reunido.
Dios no aceptará ninguna excusa por descuidar de esta manera
la parte más esencial del ministerio, que es precisamente la con-
solidación de la obra, y el vínculo que une al mensajero portador
de la verdad con el rebaño, la oveja y los corderos de praderas del
Señor. El Señor mismo convierte en un canal de luz para la gente al
instrumento humano, por medio de sus esfuerzos personales, cuando
se identifica con la gente por la cual trabaja.
Los débiles del rebaño necesitan ser fortalecidos a su debido
tiempo: necesitan que se hablen palabras de consuelo, que los forta-
lezcan y confirmen, a fin de que lleguen a arraigarse, fundamentarse
y afirmarse en la fe. Esta es la manera y el medio que Dios ha or-
denado para encontrar a la gente donde está. Reconozco que los
lugares donde yo misma he trabajado, son precisamente los que se
han perdido para la causa de Dios, porque los mensajeros que nos
sucedieron, y que les llevaron la verdad, no ejercieron su ministerio,
porque no era tarea agradable dedicarse a esta obra.
Una obra que no puede verificarse por apoderados
Allegaos a la gente dondequiera que se halle, por medio de la obra
personal. Relacionaos con ella. Esta obra no puede verificarse por
apoderado. El dinero prestado o dado no puede hacerla, como tam-
poco los sermones predicados desde el púlpito. La enseñanza de
las Escrituras en las familias es la obra del evangelista, y ha de ir
unida a la predicación. Si se llega a omitir, la predicación fracasará
en extenso grado.
Los que buscan la verdad necesitan que se les digan palabras
en sazón; porque Satanás les está hablando por sus tentaciones. Si