Página 368 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
Sketches of the Foreign Missions of the Seventh Day Adventist, 182
(1886)
.
Como quebrantar el prejuicio
Los estudios y las visitas como preparación para el esfuerzo
público
—La obra ha de comenzar silenciosamente, sin ruido ni
sonido de trompeta. Ha de empezar dándose estudios bíblicos y
educando a la gente. Este plan será de mucho mayor eficacia que
comenzar con sermones.—
Carta 89a, 1895
.
La obra personal elimina la oposición
—En el servicio de Dios
han de encontrarse obstáculos y dificultades. Los acontecimientos
pertenecen a Dios; y sus siervos deben hacer frente a las dificultades
y a la oposición, porque ellos son sus métodos escogidos de disci-
plina y la condición que él ha señalado para un seguro progreso,
para el avance y el éxito. Pero ruego a los siervos del Señor Jesús
que recuerden que hay una obra que debe ser hecha silenciosamen-
te, sin despertar esa fuerte oposición que cierra los corazones a la
verdad.—
Carta 95, 1896
.
Las visitas determinan la conveniencia del esfuerzo públi-
co
—Os digo en el nombre del Señor que con vuestra fuerza actual
de obreros, no estáis preparados para empeñaros en la obra en un
lugar difícil donde el prejuicio es fuerte. Si la mitad del tiempo usual-
mente dedicado a hacer un esfuerzo público fuera consagrado a la
enseñanza de casa en casa, hasta que la gente llegara a familiarizarse
con la sinceridad religiosa de los obreros y con las razones de su
fe, sería mucho mejor. Después que esta obra se ha hecho, podría
decidirse si resulta aconsejable un esfuerzo más costoso.
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Se han realizado esfuerzos públicos que han hecho bien. Algunos
han respondido y han recibido la verdad, pero, ¡oh! cuán pocos han
sido. El Señor desea que la verdad llegue intimamente a la gente,
y esto puede lograrse tan sólo por una labor personal.—
Carta 95,
1896
.
Se requiere tacto para quebrantar el prejuicio
—Natanael es-
taba orando para saber si éste era en verdad el Cristo del cual Moisés
y los profetas habían hablado. Mientras continuaba orando, uno de
aquellos que habían sido atraídos a Cristo, de nombre Felipe, lo lla-
mó y le dijo: “Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la